De Alto Credo para Marcané, Cueto y Mayarí. El huracán Melissa ya está en Cuba y el dato que parecía un guiño del folclor se volvió geografía dura: el centro del huracán atravesó, con precisión inquietante, tres de los lugares de la franja oriental que Compay Segundo inmortalizó en su son. Solo falta Mayarí, para que se cumpla la «profecía», pero el mapa está ahí y la trayectoria prevista lo dice. Kilómetros más, kilómetros menos, pero… ¿Curioso, verdad?
La coincidencia, sin embargo, no admite romanticismos frente al parte: el ojo cruzó tierra por el oriente, con una pared de vientos y lluvia que barrió localidades en el oriente de Cuba, dejando rachas destructivas, marejadas en la costa sur y un acumulado de precipitaciones capaz de anegar valles y cortar pasos entre municipios.
La Defensa Civil activó todas las fases de protección en la región y el Instituto de Meteorología advirtió desde la madrugada que el tránsito del sistema sería lento, con bandas persistentes que extenderían el peligro más allá del momento del impacto. Las primeras horas en Santiago de Cuba y Holguín reportaron caída de árboles, techos desprendidos, postes en el suelo y cortes eléctricos generalizados, inundaciones y gente que quedó atrapada y aislada.
El cierre preventivo de los aeropuertos de Santiago y Holguín, la suspensión del transporte interprovincial y la paralización de clases desde Guantánamo hasta Camagüey confirmaron la magnitud del episodio. En la costa sur, las penetraciones del mar alcanzaron barrios cercanos al litoral y forzaron reubicaciones temporales de ancianos y embarazadas. En los cascos urbanos de municipios asociados al itinerario de la canción —Alto Cedro, Marcané, Cueto y Mayarí— la referencia cultural quedó atrás frente a la urgencia: asegurar techos de fibrocemento, proteger reservas de agua y resguardar documentos personales.
Chan Chan nació como un mapa afectivo; hoy esa misma línea es un corredor de emergencia donde cada hora cuenta. Las autoridades pidieron no confiarse con el aparente “calma chicha” del ojo, por el riesgo extremo que entraña la pared posterior y el arrastre de crecidas súbitas.
Quedará tiempo para releer la coincidencia entre música y territorio; ahora toca el inventario sobrio de daños, la restitución de servicios críticos y el apoyo a quienes lo perdieron todo en pocas horas. Cuando amaine y se abran las carreteras, esa ruta cantada volverá a ser recuerdo y pertenencia. Esta noche, sin embargo, es el trazo exacto por el que pasó un huracán mayor.



















