Desde que se hiciera pública su relación y luego su ruptura con Sandro Castro -nieto del fallecido dictador cubano Fidel Castro-, Laura Daniela no ha dejado de acaparar titulares y miradas en redes sociales. La joven, que por meses compartió flashes y fotografías junto al heredero de una de las figuras más poderosas y polémicas de la historia reciente de Cuba, ahora se enfrenta sola a la ola de rumores que intentan definir su destino.
Uno de los más persistentes en las últimas semanas ha sido su supuesta mudanza a Estados Unidos. Laura viajó a México y no fueron pocos los que especularon con que habría puesto rumbo a Miami para empezar una nueva vida tras el fin de su mediática relación. Pero la propia protagonista ha salido a desmentirlo con claridad.
“Me preguntaron a dónde he viajado y a dónde me gustaría ir, y mencioné algunos países que he visitado, y dije que en algún momento me gustaría ir a Estados Unidos, porque me gustaría visitarlo. Pero nunca mencioné que me mudaría a Miami”, explicó en un video reciente publicado en sus redes sociales.

La joven también aclaró que su paso por México se debió a “asuntos personales” y no a un movimiento estratégico antes de instalarse en el país vecino del norte. “No sé de dónde sacaron eso”, comentó, visiblemente sorprendida por la rapidez con que se tergiversaron sus declaraciones. Pese a que dejó la puerta abierta a un viaje futuro a Estados Unidos -“me gustaría visitarlo”, dijo-, fue enfática al asegurar que no hay intención alguna de mudarse, al menos por ahora.
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Las redes, ese escenario donde la vida pública se mezcla con lo privado sin pedir permiso, reaccionaron con alivio y apoyo. Comentarios como “ella es una niña linda y una joven bien seria” o “hablas muy bien y eres muy clara, te felicito” inundaron la sección de respuestas. El público, en especial aquellos que aún siguen con lupa cada paso de los descendientes del poder cubano, parece querer darle un voto de confianza.
Pero no todo ha sido dulzura. También hay quienes, desde el anonimato digital, le recuerdan su antigua cercanía con la familia Castro. Para esos usuarios, resulta difícil separar la imagen de Laura de la élite que ha gobernado Cuba por más de seis décadas. Aunque ella no ha dado señales de querer asumir un rol político o hablar de su pasado, el vínculo con Sandro pesa como una sombra larga.





