El régimen cubano enfrenta un doble golpe esta semana: la confirmación del regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la pérdida de Gabriel Escarrer Juliá, fundador de Meliá Hotels International y una figura clave en la industria turística que sirvió como una especie de salvavidas para la economía de la Isla durante décadas.
La muerte de Gabriel Escarrer, el empresario español que estrechó lazos con el régimen cubano desde 1990, ha generado una avalancha de condolencias desde La Habana.
Miguel Díaz-Canel expresó en su cuenta en X (antes Twitter) su “conmoción” por la pérdida de quien calificó como “un amigo comprometido” y líder del turismo mundial. El gobernante añadió que Escarrer dejó “lecciones valiosas” y culminó su mensaje con un solemne: “Hasta siempre, amigo”.
Mis condolencias a familiares, amigos y a la familia de @MeliaHotelsInt , conmocionados todos por el fallecimiento de Gabriel Escarrer, líder mundial en el sector turístico.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) November 26, 2024
Apostó por #Cuba y nos deja lecciones muy valiosas para seguir. Hasta siempre amigo. pic.twitter.com/hIbSweFZ70
Escarrer, un pionero en apostar por el turismo en Cuba durante el llamado Período Especial, estuvo estrechamente ligado al difunto Fidel Castro y luego al círculo más cercano de Díaz-Canel y Manuel Marrero. Este último, actual primer ministro, destacó el “compromiso y amistad” del empresario con Cuba, recordando que Meliá fue la primera cadena extranjera en establecerse en la Isla, inaugurando el Sol Palmeras en Varadero en 1990.
Sin embargo, la relación de Escarrer con el régimen no estuvo exenta de polémicas. La cadena Meliá ha sido acusada de pagar salarios irrisorios a sus empleados cubanos y de operar hoteles en propiedades confiscadas, lo que en 2020 le valió la prohibición de entrada a Estados Unidos bajo la Ley Helms-Burton.
Son numerosos, además, los testimonios del maltrato laboral, racismo y machismo por parte de los «gerentes españoles» hacia trabajadores cubanos. Denuncias que, como es obvio en un país dictatorial como lo es Cuba, nunca llegaron a ningún lado.
Pese a todo ello, Escarrer nunca dejó de respaldar a las autoridades cubanas, llegando a declarar en mayo de 2024 que un fallo judicial favorable en España sobre propiedades expropiadas era un “éxito en defensa de la soberanía cubana”.
Su muerte no puede llegar en un peor momento, con la caída absoluta del producto turístico novedoso que él visualizó algún día y que ahora, apenas atrae anualmente a dos millones de turistas extranjeros.
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El regreso de Donald Trump: una «doble tormenta» anunciada. Marco Rubio es también una pesadilla para La Habana
El régimen rompió su silencio sobre el resultado de las elecciones en Estados Unidos. La victoria de Donald Trump y su inminente regreso a la Casa Blanca, con un Secretario de Estado como Marco Rubio a su lado, han encendido las alarmas en La Habana, donde las expectativas de flexibilización han sido enterradas. Trump no solo ganó en estados clave, sino también en Miami-Dade, ex bastión demócrata, hogar de una gran comunidad cubanoamericana y asentamiento principal de las agencias de envíos a la isla.
Díaz-Canel, desde Cienfuegos, intentó proyectar serenidad afirmando que Cuba está “preparada” y que este era “un escenario previsto”. Sin embargo, su llamado a la “resistencia creativa” resuena como un eco vacío en un pueblo exhausto, sobre todo porque algunos han visto recientemente como su propio hijastro «está resistiendo»: al lado de Ana de Armas, vistiendo abrigos y zapatos que cuestan cientos de dólares.
“Seguiremos adelante con nuestros propios esfuerzos”, declaró el también llamado puesto a dedo, aunque muchos dudan de la viabilidad de esta estrategia mientras la economía sigue en caída libre.
El canciller Bruno Rodríguez, por su parte, repitió el discurso de disposición a lo que ellos llaman «diálogo», pero sin concesiones que comprometan la soberanía del régimen, por lo que de diálogo tiene bien poco y de atrincheramiento o tozudez, todo.
En un tono que parece más defensivo que conciliador, Rodríguez subrayó que «el bloqueo» sigue siendo el principal obstáculo en la relación bilateral, pero la entelequía en que se ha convertido la palabra, vista la llegada a la isla de cientos de toneladas de alimentos y autos directamente desde los EE.UU., provoca dudas serias en cuál es el bloqueo al que él se refiere.
Por otra parte y no menos importante, la noticia de que el senador cubanoamericano Marco Rubio será el próximo secretario de Estado de Trump no podría ser peor para el régimen. Rubio, un crítico feroz de la dictadura cubana, promete ser un actor clave en la política exterior estadounidense hacia la Isla, lo que probablemente implique una continuación —y tal vez un recrudecimiento— de las medidas restrictivas.
Mientras figuras del exilio cubano celebran lo que consideran un paso hacia la caída del “muro de La Habana”, el régimen parece atrincherarse en el inmovilismo. Los próximos cuatro años bajo Trump suenan eternos para un gobierno que enfrenta un desgaste interno sin precedentes, agravado por desastres naturales y una economía paralizada.
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