La fotografía de Juan Bautista, que tanto se comparte en redes sociales a esta hora, resume la tristeza y la desesperanza en que se encuentran sumida la mayoría de los ancianos en Cuba.
Según contó este señor Cubanet con un semblante desmejorado y la mirada perdida, pese a que es licenciado en Física y Matemática y fue profesor “muchos años”, hace apenas un mes que se dedica a rellenar y reparar fosforeras.
En un cartel que lleva colgado en el cuello explica que le pone gas y piedra a las fosforeras por entre 30 y 40 pesos.
“Me busco poco en el día, la verdad”, reconoce Juan Bautista desde una calle del barrio habanero del Vedado.
También es cantante y compositor, recalca, porque su hobbie “siempre fue la música”.
De hecho, aunque en este momento no tiene celular “porque me lo robaron”, le da su número de teléfono a todo el que pueda , por si necesitan un cantante.
Desde la óptica de este mayor, “por haber sido demasiado modesto en la vida es que no estoy en una mejor posición”.

La situación en que se encuentra este anciano profesional es la de muchos que no tienen cómo hacerle frente a una acelerada inflación con una pensión irrisoria, dada la profunda devaluación de la moneda nacional.
Como están las cosas, Juan Bautista tendría que rellenar como mínimo 75 fosforeras para poder comprarse un cartón de huevos y unas 44 para adquirir una bolsa de leche en polvo.
En febrero de 2022, Cuba tenía alrededor de 1.600.000 jubilados y más de la mitad de ellos cobraba la pensión mínima, fijada desde 2021 en 1.528 pesos.
Como demuestran diversos estudios independientes, el nivel de empobrecimiento en Cuba ha aumentado en los últimos años especialmente para los adultos mayores, que pronto serán más del 23% de la población.
Cuba es el país más envejecido de América Latina y el Caribe, con 2.478.087 personas que superan los 60 años.





