El británico Jonathan Edwards (Londres 1966), el dueño del récord mundial de triple salto desde hace casi 30 años, no escatima palabras de elogio para los actuales «canguros cubanos» pero descarta que alguno quebrará su primacía.
Los cubanos Jordán Díaz y Pedro Pablo Pichardo, en representación de España y Portugal, ganaron el oro y la plata en los Juegos Olímpicos de París. Ambos habían sobrepasado los 18 metros en el último certamen europeo, y parecen amenazar el brinco del inglés.
«Es fantástico ver una buena generación de jóvenes talentos. Mi punto fuerte era la velocidad y ninguno de los saltadores es tan rápido como lo era yo. Esa es la diferencia. La habilidad básica para saltar de ellos es mejor que la mía, pero no son tan veloces. No veo ninguno en este momento que salte como lo hice yo» declaró Edwards al medio español As.
Sus reflexiones se revelaron cuando se han cumplido 29 años de su récord mundial de triple salto (18,29 en Goteborg), tres semanas después de batir en Salamanca, en 1995, por un centímetro la plusmarca que tenía el estadounidense Willie Banks (17,97).
Ese año ya había batido el récord mundial pero con viento ilegal: en Lille, Francia, había volado hasta 18,43. Luego del salto en Salamanca, donde se han batido numerosos récords incluido el de altura de Javier Sotomayor, Edwards llegó en Suecia hasta 18,16 y 18,29.
-Jordán Díaz se quedó a once centímetros de su récord en los Europeos de Roma este junio. ¿Qué destacaría de él?
«Tiene una enorme sobriedad y fluidez en sus saltos. Como Pichardo. Ambos tiene una habilidad innata para saltar, lo hacen muy fácil. Y competitivamente, Jordan es muy bueno. En Roma hizo un gran salto, Pichardo le adelantó sobrepasando los 18 metros, y Jordan regresó con fuerza para llegar a 18,18. Un salto fabuloso. Y en París ganó de nuevo con solvencia el oro olímpico. Mentalmente es muy fuerte. Su fuerza mental y esa conjunción de los tres brincos son sus dos grandes armas».
Edwards cree que «entre los cuatro mejores en París hay mucho, mucho talento» en alusión también a otro cubano que compitió por Italia, Andy Díaz (bronce) y el jamaicano Hibbert Jaydon.
-Los récords de triple, longitud y altura rondan los 30 años. ¿Qué tenía esa generación de saltadores?
«Me gustaría poder decir la razón. Obviamente, éramos atletas muy fuertes, eso seguro. Quizás es un reflejo de que ya no existe el grupo de talentos que solía haber. Ahora hay muchos más deportes que los jóvenes eligen practicar antes. Tal vez el atletismo ya no es tan fuerte y los atletas no tengan tanto nivel como antes».
Edwards cree que el espectáculo del atletismo «está pasando apuros».
«Aparte de los Juegos Olímpicos y los Mundiales, el interés del público por el atletismo es muy bajo. No creo que haya mucho entusiasmo por la Diamond League, por ejemplo. Además, la cobertura televisiva en general no es muy buena. World Athletics tiene que pensar mucho en eso.
«Durante demasiado tiempo el atletismo dependió exclusivamente de Usain Bolt. Era un personaje muy grande y todo el mundo pensaba que el deporte gozaba de salud e interés por su presencia.
«Pero en realidad es que la gente estaba interesada únicamente en Bolt, no en el atletismo. Cuando se fue se demostró que hay muchas cosas que deben cambiar para que el público vuelva al atletismo, para que los jóvenes tengan interés y quieran competir en él, o seguirlo por televisión. Son tiempos difíciles, pero ojalá las cosas estén cambiando. Definitivamente, el atletismo necesita innovación».
Le rompan o no el récord, Edwards, en cualquier caso, gozará con haberlo mantenido tanto tiempo en una carrera en la que conquistó el oro olímpico de Sídney 2000, los dos títulos mundiales de Gotemburgo 1995 y Edmonton 2001 y el europeo en Budapest 1998…» y eso que no le faltaron lesiones en el tobillo, siempre tan crítico en los triplistas, ni las convicciones religiosas –su padre era un pastor anglicano– que en un primer momento le llevaron a renunciar a competir los domingos, el día del Señor» recordó Runner’s World.