GFS pronostica que perturbación #95L se convertirá en huracán y entrará por el Oriente de Cuba

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Ayer el oficialismo en Villa Clara mandó a calmar ánimos y entrevistó un meteorólogo, pero al parecer el Oriente de Cuba volverá a conocer la llegada de un huracán.

Las últimas corridas del modelo GFS han sido consistentes en mostrar que la perturbación #95L se convertirá en un huracán antes de impactar las Antillas Menores, para luego debilitarse en el Caribe y llegar al Oriente de Cuba.

El GFS (Global Forecast System) es un modelo numérico de predicción del tiempo desarrollado y operado por el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos (NOAA). Este modelo genera pronósticos meteorológicos a partir de datos observacionales y es ampliamente utilizado para prever las condiciones climáticas a corto y mediano plazo en todo el mundo. El GFS produce salidas de datos que incluyen predicciones de variables atmosféricas como temperatura, presión, viento, precipitación y muchos otros factores en intervalos de tiempo específicos, generalmente cada 6 horas.

El GFS también prevé que la siguiente onda tropical seguirá un patrón similar, pero con menor intensidad. Sin embargo, el impacto de un huracán, incluso debilitado, en una región ya afectada por múltiples crisis puede ser devastador.

Las últimas actualizaciones meteorológicas indican que la perturbación #95L podría alcanzar vientos sostenidos de hasta 120 km/h antes de debilitarse al llegar al Caribe. Aunque se espera que la fuerza del huracán disminuya, las lluvias intensas y los fuertes vientos aún representan una amenaza significativa para la región.

En el contexto actual de Cuba, que enfrenta una crisis económica profunda, la llegada de un huracán podría agravar significativamente la situación que viven los cubanos, especialmente aquellos en el Oriente cubano, la región más empobrecida del país.

La infraestructura de la isla, ya frágil debido a la falta de mantenimiento y recursos, podría sufrir daños considerables, complicando aún más la vida diaria de los cubanos. La energía eléctrica, el suministro de agua potable y las comunicaciones, que ya son problemáticas en muchas áreas, especialmente en el Oriente, podrían verse interrumpidas, afectando a miles de personas.

Además, el sector agrícola, vital para la economía cubana, podría enfrentar pérdidas masivas. Cultivos como el tabaco, la caña de azúcar y otros productos alimenticios esenciales podrían ser destruidos, exacerbando la inseguridad alimentaria en el país. La destrucción de viviendas y la necesidad de refugios temporales también supondrían un desafío logístico y humanitario significativo para las autoridades cubanas.

El impacto en la salud pública también es una preocupación considerable. Las inundaciones y el agua estancada pueden aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y los mosquitos, como el dengue y el zika. Además, la falta de acceso a servicios médicos y medicamentos puede complicar el tratamiento de enfermedades y heridas causadas por el huracán.

En un momento en que muchos países están lidiando con sus propias crisis, la ayuda externa puede ser limitada, lo que obligaría a Cuba a depender más de sus propios recursos, ya escasos.

Ayer, el oficialismo en Villa Clara ordenó al Centro Meteorológico Provincial que entrevistase a un meteorólogo para que este, en base a modelos viejos, dijese que «no existe formación ciclónica que afecte a Cuba en estos momentos».

Horas después, el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología indicaba:

«Todos alertas ante el pronóstico».

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