Desde una cárcel en Estados Unidos, donde enfrenta cargos que van desde posesión de drogas hasta amenazas escritas de asesinato, el reguetonero cubano Chocolate MC ha vuelto a ser noticia. Pero esta vez no por un altercado ni por una nueva canción, sino por una confesión que ha dejado helado a más de uno. Lejos del bullicio de los conciertos, Yosvanis Arismín Sierra Hernández -nombre real del artista- dejó ver, quizá como nunca antes, el lado más humano de su turbulenta existencia.
En una llamada telefónica con el creador de contenido conocido como Papel Encara, el llamado “Rey del Reparto” se soltó emocionalmente: “Falta poco para que a Jose, Elvis y a El Dany se les una el Choco”, dijo, mencionando a reguetoneros cubanos ya fallecidos. La frase, breve pero demoledora, encendió las alarmas entre sus seguidores y alimentó especulaciones sobre su estado mental.
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Durante la misma conversación, el intérprete de “Palón Divino” no frenó su tono melancólico: “Yo creo que sí, yo creo que Chocolate está en su última etapa… Ni yo puedo más con Chocolate. Yo terminé, y necesito ser feliz, libre, y a veces hay que morir para volver a nacer”. Un discurso cargado de tristeza que, para quienes lo conocen, no es del todo nuevo, pero que esta vez parece haber calado más hondo.
Chocolate MC, de 33 años, ha sido una de las voces más estridentes y disruptivas del reguetón cubano en las últimas décadas. Su estilo callejero, su actitud desafiante y su innegable talento conectaron de inmediato con una juventud que se mueve entre la necesidad y el deseo de libertad. Desde los altavoces improvisados en las azoteas de La Habana hasta las fiestas clandestinas en Hialeah, su música fue -y aún es- la banda sonora de una generación.
Pero el precio de la fama ha sido alto. A sus múltiples conflictos legales se suma una lucha interna que ha sido constante. Abandonar Cuba no solo lo alejó de su tierra, sino también de sí mismo. En Estados Unidos, un país donde muchos artistas cubanos han buscado reiniciar su carrera, Chocolate encontró más caos que redención.
Aquí entra en juego un concepto clave de sus palabras: “morir para volver a nacer”. Esta expresión, que podría entenderse como una metáfora de renacimiento personal, parece en su caso hablar más de agotamiento que de esperanza. Muchos lo interpretan como un grito de ayuda, otros como una advertencia de lo que podría ser su final artístico… o algo más oscuro.
En redes, sus fanáticos se debaten entre la preocupación y la costumbre. No es la primera vez que el artista se expresa en estos términos, y algunos ya lo ven como parte de su narrativa habitual. Pero hay quienes advierten que detrás del personaje provocador hay un ser humano que lleva tiempo al borde.
Otros, posiblemente la gran mayoría, consideran que se trata de una estrategia para impulsar el lanzamiento de un nuevo álbum en el que se encontraba trabajando antes de ser arrestado. Algunos creen que quien “morirá” no será el artista, sino el concepto que creó hace ya casi dos décadas.