A falta de oxígeno, cubanos se refugian en la fe

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El gobierno cubano dice que problemas con el oxígeno se deben «a una pieza».

Como algo «muy emotivo» calificó el internauta Darlon Bermúdez un hecho presenciado por él en un centro de aislamiento en Moa. Según narró en un post publicado en Facebook el día de ayer, el pastor Neurys Cedeño se llegó por los Centros de Aislamiento en Moa para orar por los allí presentes. En medio de un desabastecimiento general en la isla con el oxígeno, la fe constituye el bastión al que muchos se aferran con la esperanza de sortear esta etapa difícil de la pandemia, y a Dios se encomiendan, porque -además- la falta de medicamentos es notoria.

«Fue muy emotivo para mí, presenciar como las personas reaccionaban con fe ante la oración de la iglesia. Doy gracias a Dios por la oportunidad tan grande de participar en esta tarde en la visión del pastor Neurys Cedeño, de orar frente a los centros de aislamiento de Moa por sanidad. Sigamos uniéndonos en favor de nuestra ciudad», expresó Dairon en Facebook. Una muestra inequívoca de que el cubano es un pueblo religioso; capaz de curarse espiritualmente por medio de la fe.

Sin embargo, otros asuntos parecen escapar a la voluntad de Dios en la isla. Uno de ellos, grave, es la falta de oxígeno.

Es criticable además la desorganización, la mala información, el secretismo, el mal manejo de los recursos del estado, la «monoproducción».

En las últimas horas Cuba entera conoció que en el país existe una sola planta productora de oxígeno. Y que esa planta está «paralizada» por una pieza.

Al menos eso dice el gobierno.

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Una pequeña pieza,  un tubo de 70 centímetros de longitud fue el responsable directo de la paralización de la Central Termoeléctrica matancera Antonio Guiteras el 16 de julio de 2019. El país se sumió en apagones. El diario oficialista cubano Trabajadores informó sobre esta rotura cinco días después. Cualquier semejanza con la realidad, la que se vive ahora en esta fábrica de oxígeno, única de su tipo en el país, no es mera coincidencia.

Otra vez el sistema demuestra sus fallas, su dependencia a «una fábrica», para colmo de males con tecnología añeja, y todavía nuestros dirigentes parecen vivir el espíritu de Polvo Rojo (la película). No se trata de «producir», en este caso se trata de vidas perdidas. De desespero.

Una fábrica de oxígeno se ha paralizado y del hecho nos enteramos -otra vez- después; después de que, durante varios días, cientos de cubanos lo denunciaran principalmente a través de las redes sociales.

Sucedió en Sagua la Grande, sucedió en Morón (Ciego de Ávila), sucedió en Holguín, en Cienfuegos. Y estos son los lugares donde se conoce. Muy probablemente haya pasado igual en otras provincias, cuyos hospitales y centros de salud se quedaron sin oxígeno.

Un gobierno y un Estado que centralizan todo, no les ha dado «oxígeno» y la capacidad de «respirar» por sí solos a sus centros de salud. Habituados a que el Estado les provea, sin otras vías que pedirlo «al municipio» y de ahí «a la provincia», la «pieza» reventó no en la Empresa de Gases Industriales de Cuba, sino en las redes sociales.

Sí, se trata de una mísera fábrica, en La Habana, donde la empresa de Gases Industriales de Cuba concentra el 95% de su producción de oxígeno medicinal. En realidad hay otra, muy pequeña, la de Santiago de Cuba, que aporta casi nada al país; apenas el resto, el 5%.

Al estilo de Chernobil

Solo cuando ya no les fue posible ocultar el hecho, al más puro estilo de Chernobil, la dirección del país habló del asunto. Dijo que la escasez de oxígeno medicinal se debía a una avería en la principal planta de Cuba; y fue solo entonces cuando ordenaron sacar de la reserva. Ya para entonces habían fallecido no pocos cubanos por falta de oxígeno.

Así lo indica hoy 16 de agosto el diario 14ymedio.

«Las autoridades cubanas no han podido contener más tiempo lo que era un secreto a voces (…)», indica el medio que, recoge además cómo «efectivos del Ejército acudieron este domingo con helicópteros» a la provincia de Holguín «para repartir 120 cilindros de oxígeno desde la fábrica de Santiago de Cuba».

Indica el portal que «las Fuerzas Armadas han puesto sus plantas industriales a disposición del Ministerio de Industrias para apoyar con la producción de oxígeno líquido para enfrentar la creciente demanda en medio del pico de la pandemia de covid-19».

Muy mal anda un país cuando su «presidente» tiene que «encargarse» de gestionar el óxigeno. Algo que perfectamente pudieran hacer internamente los directivos de sus empresas; pero en un país como Cuba involucra días, firmas, autorizaciones…

E intervenciones del Ministerio de Salud de Cuba.

Sin embargo, al problema de la falta de oxígeno se suma otro; el de una pieza, pequeña, de plástico, que está en falta. Una pieza que fácilmente se puede construir hasta con una impresora 3D. Un separador de oxígeno.

En Cienfuegos, provincia donde se encuentra enclavada la fábrica Vasil Levski o Plastimec, como también se le conoce, no hay splitters (separadores) de plástico.

La fábrica «que sí se mueve», como la denominara en el año 2013 el diario oficialista Trabajadores, posee toda la tecnología necesaria para producir piezas de plástico; desde tuberías de PVC hasta mangueras para riego microjet, tuberías sanitarias y ¡viviendas de plástico! Pero en Cienfuegos, no hay separadores de oxígeno, plásticos, y por esa causa murió más de un cienfueguero. Algo que pudo preverse sucedería, si en lugar de disminuir los números se mostraba una tendencia al aumento de casos de enfermos en la provincia, que eventualmente iban a necesitar oxígeno.

No se trata de una fábrica ni de una pieza. El problema es otro, que por suerte el pueblo cubano se va dando cuenta cuál es.

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