El Nuevo Herald llama a DeSantis «curandero»

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A aquellos que viven en Miami, y que aspiran a ver al gobernador Ron DeSantis como compañero de carrera de Donald Trump en el 2024 y posible futuro vicepresidente de los EE.UU., no les caerá ni un poquito bien que la periodista Fabiola Santiago, en El Nuevo Herald casi que haya llamado a Ron DeSantis curandero; pero la verdad es que DeSantis no dista mucho de serlo, y El Nuevo Herald aporta pruebas.

En un artículo de opinión titulado «El curanderismo de DeSantis pone en mayor riesgo de COVID a niños en las escuelas», Fabiola Santiago expone evidencias de que el «curandero» DeSantis no ha estado precisamente atinado en cuanto al modo y estrategias en que ha manejado la COVID-19 en el estado que él (mal)gobierna.

Sobre ese asunto hablábamos en días pasados -ver DeSantis multará a ciudades y condados por exigir vacunación– pero ni siquiera ha sido la única vez en que el gobernador de la Florida ha estado en la parrilla por sus torpezas. Peor será cuando sea vicepresidente, si llega a serlo, o cuando comience a seguir los pasos de Trump, en lo que diga Donald; y atentos, porque la política en la Florida es complicada.

Si uno se guía por lo vivido, ni Rick Scott -exgobernador de la Florida- ni Carlos Giménez – exalcalde del condado Miami-Dade, y primero administrador de la ciudad y comisionado del condado de Miami-Dade- estuvieran donde están ahora. Y es que en sus puestos, en la Florida, acumulaban tantas quejas sobre su labor, que parecía imposible que uno llegara al Senado (Scott) y otro al Congreso (Giménez). Por tolls y carreteras, por contratos y licitaciones.

Sin embargo, en honor a la verdad Scott, por ejemplo, no fue ni la mitad de torpe que lo ha sido el «curandero» DeSantis. Es cierto que no enfrentó una pandemia como la COVID-19, pero sí no pocos huracanes y sus decisiones como gobernador casi siempre fueron acertadas. En esos temas siempre se mostró humilde, y se dejó guiar por los que de verdad sabían.

Otra cosa diferente ha sido DeSantis, y Fabiola Santiago en El Nuevo Herald lo explica.

El «curandero» DeSantis se ha opuesto a casi todo lo que la administración del demócrata Joe Biden ha orientado con relación al coronavirus y las vacunas.

A ciencia cierta, DeSantis no sabe ni papa de epidemiología, y tal y como lo muestran el diario de la Florida, y Fabiola Santiago, «se desenmascaró del todo, promocionando sin ninguna vergüenza desinformación desacreditada por los principales expertos en enfermedades infecciosas y los ‘detectives de enfermedades’, los epidemiólogos».

«Su última y despreciable orden sobre COVID hace que asistir a la escuela sea aún más riesgoso para los niños vulnerables y no vacunados que tienen menos de 12 años. Sí, de nuevo se metió allí, en un asunto local, y cayó aún más bajo», expresa Santiago en su artículo.

El «curandero» DeSantis quiere llegar a la «inmunidad de rebaño» sin siquiera saber cómo se llega a ella. Esa es la verdad cruda.

No sabemos en nombre de qué -debe ser de la «libertad», y en nombre de esa libertad le llaman ahora libremente «curandero»- es que DeSantis ha dejado en manos de los padres la decisión de «si deben o no poner en cuarentena a sus hijos asintomáticos después de haber estado expuestos a alguien infectado con COVID-19».

La periodista afirma con seguridad que «los padres, desesperados por no tener quién cuide de sus hijos, y sin nada que perder porque estos posiblemente ya estén infectados, optarán por enviar a la escuela a sus niños, posiblemente positivos por COVID».

Así lo han hecho cuando los niños tienen una gripe, y nada indica que obrarán diferente. Hay todavía muy poca percepción de riesgo, muchos negacionistas y muchos antivaxxers. Esta persona que les escribe tiene uno en la familia. Una joven madre que ha enviado a su hijo varias veces a la escuela «acatarrado», y que nunca le ha hecho una prueba de COVID-19. Si yo conozco un caso, ¿cuántos casos no habrá en la Florida? Miles, seguramente.

La culpa del curanderismo de DeSantis, la tiene al parecer su «asesor», el Dr. Joseph Ladapo. Fue este, según Santiago, quien «eliminó la regla que requería que los estudiantes se pusieran en cuarentena fuera del campus al menos cuatro días después de estar expuestos al COVID-19».

Ladapo es a DeSantis lo que fue Scott Atlas para Donald Trump. Attlas, sin experiencia conocida en el campo de la virología y la epidemiología, fue el «médico» que sustituyó al Dr. Anthoni Fauci, principal epidemiólogo de los EE.UU., cuando este empezó a decir cosas que no sonaban muy bien en los oídos de Trump.

El «curandero» DeSantis, al parecer ha hecho lo mismo. Lejos de asesorarse con gente que sabe, aunque le sea incómoda la verdad, ha preferido de asesor a Ladapo, a quien Fabiola Santiago llama «lacayo faltón», útil para apoyar «su teoría desprestigiada de la inmunidad de rebaño».

DeSantis ha estado en contra de las mascarillas; en contra del aislamiento de las personas asintomáticas; ha estado a favor de negociantes y propietarios casi que a cómo dé lugar, y hasta ha manejado el tema de las vacunas a su conveniencia el «curandero» DeSantis, expone la periodista.

Ahora, al parecer, le molestan la decisiones tomadas por otros -Biden incluido- en cuanto a vacunación obligada pero, «las vacunas no molestaban a DeSantis cuando las estaba entregando a donantes adinerados cuando solo estaban disponibles para los ancianos, y por supuesto que no lo incomodaban cuando las usaba para viajar por el estado y atribuirse el mérito de llevarlas a los floridanos bajo el mandato de Donald Trump», refiere El Nuevo Herald.

Durante la presentación de Lapado, hombre afín a sus teorías contrarias al uso de mascarillas y de la vacunación, el «curandero» divagó sobre cosas que desconoce, mientras -claro- confundía a sus oyentes.

Toda ha sido tensión con el «curandero» DeSantis.

Las motivaciones políticas detrás de su cargo, y el modo en que cimenta su ego personal, lo ha llevado a asumir decisiones erradas. Por supuesto, ha estado y estará en contra de Joe Biden, que ha prometido acciones contra los gobernadores que bloquean el uso de las mascarillas en las escuelas; y hasta redujo los honorarios de aquellos miembros de la junta escolar de la Florida que desafiaron la prohibición del gobernador con respecto al uso mandatorio de las mascarillas en las escuelas.

Dos más dos, siempre serán cuatro.

Apunta la periodista de El Nuevo Herald que tantas decisiones erradas solo podrían traer a la Florida una cosa: más casos de contagio de COVID-19.

«Por algo es que este verano Florida tuvo más hospitalizaciones y muertes que cualquier otro estado del país, excepto Texas, también encabezado por extremistas republicanos. Puede que sea gobernador, pero DeSantis no es mejor que el típico tipo desinformado que uno encuentra de vez en cuando, evangelizando y alardeando de no usar máscaras y no vacunarse», señala el diario, que también recoge un pasaje muy particular de la ignorancia supina del «curandero» DeSantis.

Ocurrió en una conferencia de prensa en Gainesville, cuando un supuesto experto médico afirmó falsamente que la vacuna Pfizer altera el ARN del organismo.

El «curandero» DeSantis muy seguramente sabía que eso es falso, pero dejó que el hombre mintiera descaradamente. Total, él también «respalda y lanza públicamente falsedades que socavan la seguridad pública en medio de una pandemia mundial».

El diario lo acusa de ser, «junto con Lapado, (…) coautor del manual sobre la charlatanería que hay en este estado con el COVID».

Por suerte, al parecer, su charlatanería y curandería tendrá límites, luego de que el presidente de los Estados Unidos ordenó al Departamento de Educación «explorar posibles acciones legales contra los gobernadores que buscan bloquear los requisitos del uso de las mascarillas en las escuelas».

«Lo importante es hacer que las escuelas sean más seguras, no seguidoras de las épicas fallas políticas de DeSantis», expresa Fabiola Santiago en su artículo que adolece, muy a pesar de ella y de millones de residentes en la Florida, de un manual para quitarnos de encima al «curandero» Ron DeSantis.

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