El cubano que pasó de ayudar a hundir un submarino nazi a ser timonel del yate Granma

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El fallecido capitán de navío cubano Norberto Abilio Collado Abreu es recordado por dos importantes hechos: en 1943 ayudó a hundir el único submarino nazi derrotado en todo el Caribe durante la Segunda Guerra Mundial; y en 1956 logró conducir el yate Granma de México a Cuba, pese a difíciles condiciones meteorológicas.

Desde la óptica de Los Pichy Boys, la historia de Collado podría ser la del cubanio que “hundió a una isla entera”, ya que gracias a su destreza como timonel Fidel Castro y el resto de los expedicionarios del Granma lograron llegar a salvo a la isla, donde se alzarían poco después contra la tiranía de Fulgencio Batista y se declararían victoriosos en enero de 1959.

Nacido en 1921 en la comundiad marítima del Surgidero de Batabanó y ligado desde pequeño a la pesca, Collado ingresó a la Marina de Guerra con apenas 17 años.

Tras destacar durante el entrenamiento que recibió en la escuela de reclutas de la Marina, ubicada en El Mariel, Collado fue enviado a Estados Unidos para conocer las técnicas y los equipamientos más avanzados.

Durante un reconocimiento auditivo de rutina se descubrió que tenía una cualidad esencial para la campaña antisubmarina, ya que era capaz de escuchar el silbato para llamar a los perros, algo imperceptible para la gran mayoría de los seres humanos.

Convertido en técnico experto de sonar, a su regreso a Cuba fue incluido en la tripulación del Cazasubmarinos C-13, desde el cual contribuyó a hundir el submarino alemán U-176 frente a Cayo Mégano, en la costa norte de Cuba. 

Condecorado por el Congreso de Estados Unidos y considerado veterano de la Segunda Guerra Mundial, Collado dirigió la Policía Marítima del puerto de La Habana hasta el 10 de marzo de 1952.

Tras el golpe de estado de Batista, se vinculó a la clandestinidad, sobre todo en la recogida de armas, por lo que fue acusado por el Servicio de Inteligencia Militar y condenado a seis años de prisión en Isla de la Juventud. 

En la Isla empezó su contacto con Castro y el resto de los asaltantes del cuartel Moncada que, luego de la amnistía en 1955, se reúnen en México. 

Una vez que llevó el yate Granma hasta las costas cubanas, fue capturado junto a otros compañeros, acusado, juzgado y otra vez condenado al Presidio Modelo en la Isla de Pinos, donde permaneció hasta el triunfo de la Revolución.

Posteriormente, se incorporó a la Marina de Guerra Revolucionaria, donde alcanzó el grado de capitán de navío. 

Desde finales de los 70 hasta su fallecimiento en 2008, Collado estuvo a cargo del cuidado y la conservación del Granma, ubicado en el Museo de la Revolución.

Tristemente, hoy, más que como un héroe de guerra, es recordado por muchos cubanos como la persona que “hundió el submarino y nos hundió a nosotros”.

“Pasé del orgullo a la decepción en dos minutos”; “De héroe a villano”; “Bueno, eso de hundir cosas se le daba bien parece”; y “De hundir submarinos a hundir países un talento el hombre”, han comentado otros.

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