A 60 años del inicio de los Vuelos de la Libertad —el puente aéreo que permitió a miles de cubanos exiliarse en Estados Unidos entre 1965 y 1973— dos mujeres que llegaron siendo niñas recuerdan lo vivido con un mensaje claro: no olvidar lo que se dejó atrás y no negar a otros la oportunidad de buscar la libertad.
Una de ellas es Ana Hebra Flaster, autora del libro Property of the Revolution: From a Cuban Barrio to a New Hampshire Mill Town. En entrevista con New Hampshire Public Radio (NHPR), Hebra Flaster relató cómo su familia huyó del régimen de Fidel Castro en 1967. “La revolución resultó ser otra dictadura”, dijo. Para salir, debieron declararse “enemigos de la revolución” y fueron expulsados de su casa antes de llegar a un centro de refugiados en Miami.
Gracias a una iglesia bautista y la generosidad de un empleador local, recaló en Nashua, New Hampshire, donde empezó de cero. “No hablábamos inglés, pero nos dieron trabajo, casa y esperanza”, recordó. Hoy, 60 años después, denuncia la ironía de ver cómo Estados Unidos cierra sus puertas a quienes huyen de regímenes como el cubano, el venezolano o el nicaragüense. “Son personas cuyas vidas están en riesgo si las devuelven. Es una obligación moral que estamos olvidando”, afirmó.
Desde Miami, la política y activista Janelle Perez también lanzó un llamado a la empatía. En una columna publicada por The Advocate, recordó cómo creció escuchando en cada esquina historias del exilio cubano, pero advirtió sobre un fenómeno que considera peligroso: la desconexión emocional de algunos exiliados con los nuevos migrantes. “Muchos cubanos no vinieron aquí por la vía legal. Vinieron en balsas, barcos o amparados por leyes generosas como la Cuban Adjustment Act”, escribió. “Y ahora quieren negar esa misma oportunidad a otros”.
Perez criticó con dureza a quienes apoyan políticas de deportaciones masivas mientras celebran su propia historia de exilio como un trofeo. “Eso no es patriotismo, es cobardía con guayabera”, sentenció.
Ambas voces coinciden en algo esencial: el exilio cubano no debería ser solo un relato de orgullo familiar, sino una guía ética frente a la migración actual. “No podemos escoger cuándo nos importa la libertad”, escribió Perez. “La lucha por la libertad no termina cuando estás a salvo. Termina cuando todos lo están”.
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