Tras colapso en su sistema de salud, Miguel Díaz-Canel recoge miles de médicos que tenía prácticamente ociosos en Venezuela.
¿Convencido? de que el ojo del amo engorda el caballo, u obligado por las circunstancias, el mandatario cubano Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez continuó con el proceso de recogida de la tropa de médicos ociosos e infladores de números que tenía en Venezuela, curanderos de heriditas y rasponazos en rodillas, y los trajo de regreso a la «patria».
Díaz-Canel los enfrentará ahora, de manera inmediata, al duro y sin guante contra la covid-19 y su variante Delta en provincias como Ciego de Ávila, donde según datos oficiales del gobierno hay más de cien consultorios del Médico de la Familia vacíos.
«Después regresaremos a la tierra de Bolivar, a retomar nuestra misión y cumplirla», dijo Yliana Roca Pedroso, una joven guantanamera especialista en Medicina General Integral (MGI), quien en Venezuela -asegura- libra el combate contra el coronavirus desde hace más de un año; y quien aún no ha podido hacer «méritos monetarios» – entiéndase, por favor, ahorrar la pasta necesaria- para comprarse los electrodomésticos que necesita para su morada en la más oriental de las provincias de Cuba.
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«Esta es solo una pausa; ojalá sea breve, pero estaremos el tiempo que sea necesario», dijo además la doctora, visiblemente emocionada, o fingiendo estarlo.
Se trata de cientos de integrantes de la XVIII brigada del contingente Ernesto Guevara, otra de las creadas por el gobierno para exportar sus servicios de salud, que ahora reforzarán el enfrentamiento a la COVID-19, sin medicinas ni medicamentos, y con pocas batas, guantes o mascarillas; inyectando enfermos y vacunando sanos, con las jeringuillas que les mandan desde el extranjero.
Este es el cuarto uelo de Venezuela hacia Cuba, lo que da una idea de la cantidad de médicos que tenía Díaz-Canel allí, prácticamente acantonados sin atender a nadie, rellenando planillas con datos y nombres falsos, como ha sido tradicional en misiones anteriores. Los hechos han sido denunciados ante la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud por varios galenos cubanos, «desertores» de las misiones.
Dice el periódico oficialista Granma que «en los tres anteriores (vuelos) regresaron más de 600 internacionalistas», y que con estos que regresaron en el cuarto vuelo, que son 163, «ya sobrepasan el millar».
Las matemáticas no están del todo claras en el cálculo que hace Granma, pero sí suman miles los médicos cubanos que estaban y están por otras tierras, desperdigados, mientras en la suya morían y mueren a mansalva, familiares y amigos.
Un Il-96 de Cubana, una nave que muy bien pudiera viajar a Madrid, España, y traer de vuelta una tonelada de medicamentos recogidas ya por activistas cubanos en esa ciudad, y de paso lanzar una oferta de vuelos para completar «la misión», fue la que trajo a los galenos desde la tierra de Simón Bolivar.
Apunta Granma que con este regreso de los médicos del contingente se podrá abreviar el dolor de esa pesadilla (la COVID-19) y ponerle fin; y explica además que 130 de ellos partirán de inmediato a la provincia de Ciego de Ávila, y el resto, 33, irán hacia Mayabeque; aunque la candela -dicen- está en Holguín, Cienfuegos, y en la misma provincia de donde es oriunda Yliana y su esposo: Guantánamo.