El gobernante Miguel Díaz-Canel aseguró en días recientes que la aprobación de las leyes por unanimidad en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) evidencia que la “rara dictadura” cubana responde a los intereses del pueblo.
Al volver a defender el sistema político cubano durante su discurso de clausura del tercer período ordinario de sesiones de la X Legislatura del Parlamento el pasado viernes, el mandatario reconoció que la ANPP, que es “suma y síntesis del país que somos”, “vota unánimemente casi todos sus acuerdos”.
Si bien admitió que esta unanimidad sin oposición abierta ni votos en contra, propio de las farsas democráticas exhibidas por los regímenes totalitarios, es ampliamente criticada, Díaz-Canel justificó el procedimiento de ratificación de leyes parlamentarias y dijo que detrás de ella “se acumulan largas e intensas jornadas de trabajo, de debate y de búsqueda de concenso en función del interés colectivo”.
El también primer secretario del Partido Comunista de Cuba destacó que en Cuba hay una “dictadura de los trabajadores”, “la dictadura del pueblo que representamos los aquí reunidos por elección popular”.
Para Díaz-Canel, la unanimidad del voto de los parlamentarios cubanos esconde un arduo proceso de “debate y búsqueda de consenso” que supuestamente refleja la diversidad de opiniones de los ciudadanos y electores representados por los diputados por lo que “lo que discutimos aquí es guía y lo que aprobamos es ley”.
“A Cuba no la dirige una persona, ni siquiera un pequeño grupo de personas”, ratificó el gobernante a quienes no consiguen entender cómo funciona la “democracia” cubana y que él llama “enemigos de la Revolución”.
En cualquier caso, el mensaje del mandatario deja claro que quienes piensan diferente quedan descartados como sujetos de derechos políticos en un país en el que hace más de 60 años es común la aprobación de leyes por Decreto o por votación unánime de los diputados.
Además de la incoherente retórica propagandística con la que Díaz-Canel abordó temas “muy sensibles” para la nación cubana”, el dirigente criticó los sistemas políticos de las avanzadas democracias occidentales, “donde los candidatos son evaluados por la cantidad de dinero que se les da”.
Asimismo, se refirió al Congreso estadounidense como el lugar “donde legisladores honestos interesados en servir a sus comunidades están obligados a legislar al lado de auténticos bandidos, servidores de lobistas, de las armas y de otros negocios infames, como esos que han sostenido durante décadas las políticas contra Cuba como si fuera un asunto de política interna”.
“Si algo nos honra como nación es la integración de esta Asamblea, el carácter genuinamente cubano de cada legislatura, donde no se pagan honorarios extras”, concluyó.