Ancianos abandonados, niños sin asistencia médica, adolescentes atrapados en la drogadicción y calles inundadas de basura: un retrato doloroso del colapso social en Cuba.
El deterioro de la calidad de vida en Cuba ya no es noticia nueva, pero sí lo es la crudeza con la que se siguen multiplicando las denuncias ciudadanas que evidencian el grado de abandono que sufren tanto las calles como las personas en diversas provincias del país.
En redes sociales, las imágenes hablan por sí solas. Una calle de Alamar, en La Habana, se ha convertido en un canal de aguas sucias. La vía, completamente intransitable, no solo está inundada, sino que se encuentra repleta de basura en estado de descomposición. Vecinos aseguran que el problema persiste desde hace semanas sin que ninguna autoridad se digne a responder. “Ni un tanque para drenar, ni una pala para limpiar”, comenta una residente.
A esta postal de desidia urbana se suma una historia desgarradora desde Matanzas, Cuba. En el municipio de Colón, fue encontrado un anciano identificado como Rafelito, tirado en su propia casa, rodeado de inmundicia. Las imágenes – que no publicamos aquí por respeto a su integridad, pero que pueden ser vistas en este enlace – muestran a un hombre en condiciones infrahumanas, incapaz de moverse, y visiblemente desnutrido. La indignación en redes no se hizo esperar: “Ese señor está más que muerto en vida, ¿y la Seguridad Social de qué país es?”, exclamó una usuaria. Otra agregó: “Esto es un genocidio a cámara lenta”.
En San Antonio del Sur, provincia de Guantánamo, la historia de Adriana, una niña de 10 años con parálisis cerebral, ha generado también una ola de consternación. Vive sin dieta alimentaria, con desnutrición crónica y su madre no recibe asistencia social. No tienen teléfono, ni cobertura móvil, ni forma de pedir auxilio en caso de emergencia médica. A varios kilómetros del hospital más cercano, la vida de la menor depende hoy del azar.
Mientras tanto, en La Habana, Cuba, otra enfermera denunció el caso de un niño de unos 14 años que, a plena luz del día y en una parada frente a la terminal del Lido, fumó una sustancia desconocida y se quedó dormido instantáneamente. “Me quedé impávida. Nunca pensé ver eso tan de cerca. Las familias tienen que estar alertas, esto está fuera de control”, narró la testigo.
La doctora Onelia Hernández, residente en Nuevo Vedado, denunció por su parte el abandono sistemático de la recogida de basura en la esquina de Tulipán y Estancia. “Montañas de desechos, moscas, ratas, mosquitos… ¿quién protege a nuestros niños?”, escribió en un mensaje que su hijo publicó en Facebook. En su nota crítica destacó cómo el Estado sí logra movilizar recursos y camiones para llenar plazas en desfiles políticos, pero no para sanear las comunidades. “¿Dónde están los dirigentes que deberían dar la cara?”, se pregunta.
Estas denuncias no son hechos aislados en Cuba. Se trata de un patrón de negligencia institucional que afecta por igual a barrios periféricos y zonas céntricas, a menores, adultos mayores y familias enteras. La realidad golpea con fuerza: un Estado que prioriza la propaganda política por encima de las necesidades básicas de su población.
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