Cuba redolariza su economía

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El Gobierno cubano acaba de oficializar lo que en la calle lleva años ocurriendo: el dólar vuelve al centro de la vida económica. Un paquete de normas publicado en la Gaceta Oficial abre la puerta a operaciones en divisas dentro del territorio nacional y consolida una “dolarización parcial” que, según las autoridades, pretende estabilizar una economía asfixiada por la crisis, las sanciones y la caída productiva, señalan medios como Bloomberg.

El nuevo sistema crea un andamiaje legal para gestionar y repartir las divisas que entren al país, bajo control directo del Estado. El Ministerio de Economía decidirá qué operaciones podrán hacerse en moneda extranjera, con prioridad para las exportaciones, las industrias vinculadas a ellas y las llamadas “sustituciones de importaciones”, es decir, bienes que hoy se compran fuera pero que el Gobierno aspira a producir internamente. Sobre el papel, la promesa es que más dólares significarán más producción y más oferta de bienes y servicios. En la práctica, la medida reconoce que el peso cubano ha dejado de ser, al menos por ahora, el único eje del sistema.

Mientras La Habana diseña cómo repartir cada billete verde, en el campo se pierden las pocas riquezas que todavía dependen más de la lluvia que del Banco Central. En una plantación estatal de mangos en el centro del país, los frutos quedaron literalmente tirados en el suelo esta temporada, según denunció el Programa de Monitoreo de Alimentos (FMP). Falta de fertilizante, combustible y mano de obra, terrenos tomados por la maleza y ninguna estructura para cosechar, procesar o vender la fruta: el resultado, decenas de toneladas podridas a pocos kilómetros de comunidades que hacen colas para conseguir comida básica, señala FreshPlaza.

El FMP resume el absurdo: familias organizándose por su cuenta para recoger y apilar los mangos que el Estado ni recoge ni industrializa, en un país donde el precio de cualquier alimento se ha disparado. Lo que podría ser una cadena organizada que abasteciera mercados, escuelas y hospitales se ha fragmentado en pequeñas iniciativas campesinas rodeadas de grandes extensiones estatales abandonadas. No es solo el mango: agricultores de otras provincias relatan cosechas de calabaza sin compradores y pérdidas repetidas por falta de planificación y logística.

En paralelo a la redolarización y al derrumbe productivo, otro mapa crece en silencio: el de las iglesias. Pastores bautistas de las convenciones del Este y el Oeste de Cuba describen templos llenos, cifras de bautismos sin precedentes y decenas de nuevas congregaciones plantadas cada año, muchas de ellas en casas particulares dañadas por huracanes o por años de abandono.

Así lo señala Baptistpress, que destaca como los líderes religiosos enumeran capas de trauma: terremotos en el oriente, huracanes consecutivos como Oscar, Rafael y más recientemente Melissa, apagones masivos, escasez de alimentos y medicinas, e incluso la explosión que destruyó el histórico templo de Calvary en La Habana Vieja en 2022 y cuyo proceso de reconstrucción sigue siendo lento. En ese contexto, cuentan, miles de personas que durante años parecían indiferentes se acercan ahora buscando algo que no se consigue ni en las tiendas en MLC ni en el mercado informal: una salida, o al menos un sentido.

Los dirigentes bautistas hablan de las crisis como un catalizador: cuando la tierra tiembla y la nevera está vacía, se vuelve más evidente la fragilidad humana y la necesidad de aferrarse a algo que no dependa del tipo de cambio ni del próximo barco de combustible. Mientras el Estado intenta recuperar el control de los dólares que circulan en la economía sumergida, la red de iglesias se sostiene con donaciones, alianzas con congregaciones de Florida y mucha improvisación para seguir reuniéndose y ayudando.

Así, la Cuba de finales de 2025 es un país donde el Gobierno rediseña el sistema para gestionar cada divisa, los mangos se pudren en los campos y los templos se llenan. Sin producción suficiente y con la moneda nacional en terapia intensiva, el experimento de redolarizar llega a una isla donde ya no queda ni mango. Lo que todavía abunda, al menos por ahora, es la fe.

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