Cuba olvida a sus héroes: creador de importante medicamento sobrevive vendiendo café

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En un país como Cuba, donde el envejecimiento poblacional avanza a paso firme y los recursos para la tercera edad son cada vez más escasos, historias como la del científico Raúl González Hernández reflejan una de las aristas más crudas del abandono social.

González Hernández, Doctor en Ciencias, investigador titular y biotecnólogo de nivel superior, es reconocido por haber desarrollado el Trofin, un antianémico oral que obtuvo resultados positivos durante su aplicación.

Sin embargo, lejos de gozar de una vejez digna y reconocida por sus aportes a la ciencia cubana, hoy sobrevive vendiendo café en las calles, según denunció su hija, Elizabeth González Aznar, en una emotiva publicación en redes sociales.

“El domingo pasado celebramos tus 80 años. Confieso entre tantas alegría por tenerte vivo y luchando juntos, en el fondo sentía un tin de tristeza por como lo logras, pero si me dije, tienes que dejar brotar solo la alegría. El tenernos es lo principal, el cómo son las cosas de la vida”, escribió Elizabeth en Facebook.

La publicación no solo revela la difícil situación del científico, sino también la de su hija, quien también dedicó años al sector científico, pero se vio obligada a renunciar por motivos de salud y precariedad laboral.

“Un día llegué y te dije no puedo seguir trabajando en el Finlay. era un desgaste físico para mí, los sangramientos mes tras mes, la bicicleta para ir a trabajar y el intenso estrés laboral en el que me encontraba dado por mi forma de expresar mis pensamientos y vivencias… hacían juntos un panorama ya inaguantable”, explicó.

Elizabeth intentó reincorporarse a la ciencia, pero encontró puertas cerradas. “ya la bomba se había esparcido junto con lo del TROFIN, y las excusas para el no, no faltaron. Ya vendías vino, la jubilación no alcanza para nada, pero al dejar el trabajo, el panorama empeoraba”, relató.

En ese contexto, Raúl González tomó una decisión drástica pero reveladora: “Entonces un día me dijiste: voy a vender café. Y te juro se me estrujó el alma. Mi cerebro pensó: Dios mío, ¿un científico jubilado creador de un producto y su línea de productos como el TROFIN, vendiendo café? Me bloqueé. Pero solo tú y tus 80 años para lograrlo, por encima de toda ilógica. Te hicimos el carrito y hoy sobrevivimos así”, narró su hija.

Lejos de expresar frustración, Raúl González sigue adelante con dignidad. “Eres el mayor de ocho hermanos de campo, en Madruga. Comenzaste a ordeñar desde niño vacas para ayudar a tus padres, llegaste a ser un científico, doctor en ciencias, investigador titular y creador de un producto que tanto ayuda y sus patentes. No te has cansado nunca papi… Hoy a tus 80 años, te desdoblas y vendes café sin una pizca de frustración. Sabes que el equivocado no eres tú, son ellos y ellos deben sentir la vergüenza, no nosotros”, concluyó Elizabeth.

Esta historia no es aislada, pero sí profundamente simbólica. Habla de un país que no cuida ni reconoce a quienes han dedicado su vida a contribuir desde la ciencia, el arte o el pensamiento. Y mientras tanto, muchos de esos héroes silenciosos, como Raúl González Hernández, siguen luchando junto a un pueblo cansado por sobrevivir con lo poco que tienen.

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