El «aguazuca», como se le conoce popularmente en Cuba, ha sido un salvavidas alimentario para los cubanos durante décadas. No es un plato elaborado ni un capricho gastronómico, sino una necesidad básica que ha permitido a generaciones enteras mantenerse en pie, especialmente en los tiempos más duros. Un simple vaso de agua con azúcar ha sido el sustituto del desayuno, la merienda e incluso la cena para aquellos que no tenían más opciones. Hoy, en medio de la crisis que sacude a la Isla, ni siquiera ese humilde recurso está disponible.
El aguazuca, alimento de subsistencia
Durante el Período Especial, esa época oscura tras el colapso de la Unión Soviética, cuando Cuba sufrió una de las peores crisis económicas de su historia, el aguazuca fue esencial para sobrevivir. Con las despensas vacías y el acceso limitado a productos básicos, muchos cubanos recurrieron a este modesto brebaje para engañar al hambre. Acompañado de un pedazo de pan, el aguazuca se convirtió en el “alimento” que sostenía a las familias. No era una opción, era una imposición de la realidad: el agua endulzada con azúcar era lo único que había disponible.
Las madres cubanas, con escasos recursos, se las ingeniaban para calmar a los niños hambrientos con este líquido, que, aunque carente de nutrientes, proporcionaba una sensación temporal de saciedad. «Si no había arroz, si no había carne, siempre estaba el aguazuca», recuerda un residente de Santiago de Cuba, citado en 14ymedio. Era la solución para un país donde el azúcar, en su momento, parecía inagotable.
La crisis actual: ni azúcar ni agua
Hoy en día, esa solución tan cubana parece inalcanzable. La actual crisis del azúcar en la Isla ha llegado a un punto en que ya ni siquiera se puede contar con el aguazuca. Según Havana Times, en algunos lugares de La Habana, una libra de azúcar puede costar hasta 500 pesos cubanos, un precio impensable para el cubano promedio. Los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, y el lujo de endulzar el agua ha desaparecido.
El problema se extiende más allá del azúcar. La escasez de agua potable, agravada por los apagones y la falta de mantenimiento en las infraestructuras, ha dejado a miles de cubanos sin acceso regular a este recurso vital. Como recoge un reciente artículo de Diario de Cuba, en lugares como Trinidad, Sancti Spíritus, las familias deben pagar hasta 3,000 pesos cubanos por una pipa de agua, más de lo que un trabajador promedio gana en un mes.
La situación es tan grave que los cubanos, que históricamente han sido conocidos por encontrar soluciones creativas ante la escasez, ahora se encuentran atrapados. No hay azúcar para endulzar, y no hay agua para preparar ni siquiera un vaso de aguazuca. Es como si la crisis se hubiese ensañado con el símbolo mismo de la subsistencia en la Isla.
Impacto en los hogares y los pequeños negocios
Los efectos de esta crisis van más allá del ámbito doméstico. En Santa Clara, Yaíma Maineira, una repostera que solía vender pasteles a precios accesibles, ahora se ve obligada a racionar el azúcar y usar sustitutos como leche condensada o chocolate para seguir adelante. Los costos de producción han subido tanto que sus cakes, que antes tenían salida diaria, ahora se venden solo por encargo y tras un pago por adelantado. Esto ha reducido su clientela considerablemente .
En La Habana, varias dulcerías privadas, conocidas como MSMEs, han cerrado por la incapacidad de adquirir azúcar a precios razonables. El negocio de Maribel, una residente de Nuevo Vedado, se vio obligado a liquidar debido al alza de precios del azúcar, dejando a dos jóvenes empleados sin trabajo. Y este no es un caso aislado. Según informes de 14ymedio, los cierres de negocios relacionados con la repostería y la elaboración de dulces son cada vez más comunes.
Cuba, que durante siglos fue uno de los principales productores de azúcar en el mundo, hoy se enfrenta a una paradoja insólita. El país que alimentaba al planeta con azúcar, ahora debe importar el producto para poder abastecer a su propia población. Como reporta Havana Times, la zafra de 2023-2024 produjo solo 350,000 toneladas de azúcar, una cifra muy inferior a las 700,000 toneladas que tradicionalmente consumía el país. Este desplome ha obligado al gobierno a comprar azúcar en el extranjero, lo que no solo incrementa los costos internos, sino que también deja a Cuba incumpliendo contratos de exportación.
Además, las infraestructuras azucareras están en ruinas. Desde 2020, cada zafra ha sido catalogada como «la peor en 100 años», con fábricas cerradas, maquinaria obsoleta y trabajadores desmotivados que emigran en busca de mejores oportunidades. Esto ha afectado incluso a industrias dependientes del azúcar, como la producción de ron y la medicina natural, que también sufren por la falta de este recurso.
El aguazuca ha dejado de ser una opción en Cuba. Lo que antes era una solución de emergencia para calmar el hambre y mantener a las familias en pie, hoy es un lujo que pocos pueden permitirse. Sin azúcar, sin agua, el cubano de a pie se encuentra sin las herramientas más básicas para enfrentar la crisis alimentaria que azota al país.
Es difícil imaginar una Cuba sin azúcar, pero esa es la realidad que muchos enfrentan hoy. A medida que la crisis se profundiza, el simple acto de preparar un vaso de aguazuca se convierte en un símbolo del deterioro de una economía que, durante décadas, ha sobrevivido en medio de la escasez, pero que ahora parece estar al borde del colapso total.
Fuentes Utilizadas para el trabajo:
- Havana Times: «The Sugar Crisis in Cuba», 14 de octubre de 2024.
- Cubanet: «Azúcar, ni para echarle al café», 17 de octubre de 2024.
- Diario de Cuba: «La crisis del agua en Cuba empeora por impagos del Gobierno, los apagones y el éxodo de trabajadores», 17 de octubre de 2024.
- 14ymedio: «Miles de personas sin agua en Trinidad desde 2020 por un impago de Cuba a un acreedor extranjero», 16 de octubre de 2024.