El fotógrafo cubano Gabriel Guerra Bianchini presentó su más reciente proyecto fotográfico, el cual, aseguró, viene a ser algo completamente inesperado para la comunidad del NFTart en el país. Cryptocuban Social Club es la más grande experiencia de su tipo hasta ahora realizado en Cuba y consta de 1492 retratos recopilados durante dos meses, los cuales pretenden ser vendidos como colección NFT. La primera hasta el momento hecha con personas reales.
En la producción de cada una de estas fotografías que pueden apreciarse en Cryptocuban Social Club, cuya convocatoria fue lanzada a manera de casting desde las redes, resaltan el vestuario, el maquillaje, los objetos y las poses en su mayoría extravagantes e ingeniosas. Con eso y la cifra de la colección se hace un guiño evidente al momento en que Cristóbal Colón puso pie por primera vez en esta tierra y a lo particular que desde entonces ha venido caracterizando la cultura cubana.
El arte criptográfico en Cryptocuban Social Club se concibe en mayor medida para coleccionistas en línea y en este caso, los interesados en adquirir las piezas también podrán interactuar con los modelos reales y con el resto de los miembros de la comunidad cryptoartística cubana a través de plataformas virtuales. De este modo el dueño de la obra no solo obtendrá su archivo en JPG, sino que tendrá acceso a elementos de la música y del arte cubano, por ejemplo, o a detalles de la vida social de sus protagonistas a través de dicha interacción. Asimismo, los participantes fotografiados también recogerán una parte de las ganancias en Ethereum que genere la colección, para ello se les ayudará a crear su propio wallet de cryptomonedas y así estarían debutando en el fascinante mundo de la liquidez virtual.
Contrario a lo que se piensa, el NFTart tiene tanto valor coleccionable y mercantil como un lienzo u otra obra de cualquier formato. A través de los llamados “Tokens”, algo que cada obra tiene de forma exclusiva, se vuelve completamente imposible su reproducción o falsificación. Gracias a estas bondades tecnológicas y a pesar de las prohibiciones que desde la Isla deben sortear los artistas para acceder a las plataformas encargadas, a las criptomonedas y el resto de los requisitos para su difusión, la comunidad de artistas que se ha volcado en este nuevo mercado crece cada vez más. Binachini fue el primero de ellos y desde entonces, a través de grupos y gestiones en las redes sociales, se ha encargado de desarrollar esta zona del mercado del arte en Cuba.
Hace poco más de ocho meses su pieza Hotel Habana fue la primera de esta modalidad artística en ser vendida desde el país. En aquel entonces, como sucederá ahora con las imágenes que integran Cryptocuban Social Club, el comprador no se llevará únicamente el archivo digital. Con Hotel Habana, Bianchiani entregó a manera de cortesía una imagen impresa de su obra y utilizó parte del dinero recopilado para ayudar a crecer a otros artistas del medio.
A partir de ese momento nuevas iniciativas se fueron sucediendo, mayormente en La Habana, por lo cual en esta ocasión el artista agradeció el apoyo de Estudio 50 y Vistar Magazine, así como de Denise Roque, cofundadora del proyecto que apenas comienza a brindar sus primeros frutos.
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