Díaz-Canel expresó al visitante preocupación por las remesas y los viajes a Cuba, pero no habló de darle los derechos que corresponden a los emigrados cubanos.
El Cardenal de Boston, Sean Patrick O’Malley, reveló detalles de su conversación con el gobernante cubano Miguel Mario Díaz-Canel, y confirmó indicios que apuntaban a un posible pedido de clemencia a Díaz-Canel para los participantes en las protestas del 11J.
«Hablé con él sobre las manifestaciones que tuvieron lugar este verano y pedí clemencia para los implicados en las manifestaciones no violentas», escribió el arzobispo en su blog, al hacer un recuento de su viaje realizado al Caribe, en el que visitó además de Cuba a otros dos países: Haití y República Dominicana.
Su viaje tenía como objetivo, presuntamente, conversar con autoridades y comunidades religiosas, aunque aprovechó la visita para oficiar alguna que otra misa.
Sin embargo, hay quien especula que el también amigo personal del presidente Joe Biden habría tramitado algún recado especial del presidente de los EE.UU. al llamado «puesto a dedo».
O´Malley sin embargo, en el recuento escrito que hizo de su «experiencia» en la isla, no menciona este detalle, pero los «expertos» que siguieron su visita a la isla, teniendo en cuenta el papel que siempre ha jugado la Iglesia Católica en Cuba como mediadora en asuntos que involucran los Derechos Humanos, no descartan que esa era la idea de su presencia en Cuba, y que incluso podría «presentarse» como un mediador entre Biden y Díaz-Canel, y continuar con la idea expresada en aquel fugaz estrechón de manos entre Barack Obama y Raul Castro, y continuar con el proceso del deshielo entre los gobiernos de La Habana y Washington, que en la concreta duró menos que un breaker de un refrigerador desconectado.
Un detalle a destacar además, es que O´Malley le habló a Díaz-Canel del deseo de las agencias católicas de poder apoyar el trabajo de Caritas Cubana, que es su organización benéfica católica en la Isla», y es hasta probable que le haya pedido a sus secuaces no solo más apoyo al trabajo de Cáritas, sino que suspenda el robo descarado de las mercancias que a estos le llegan, que es parte de una investigación que pronto saldrá a la luz. Con el perdón y la venia del señor, y si los santos nos ayudan.
Pero, ¿qué pasó del otro lado de la cancha?
Dice O´Malley que Díaz-Canel fue «cordial», aunque reveló la carta que traía Díaz-Canel bajo la manga: las remesas.
Según las palabras expresadas por el religioso en su blog, el Gobierno de Cuba está «muy preocupado porque las remesas que los cubanoamericanos estaban enviando a sus familiares ahora son mucho más difíciles de recibir y que las posibilidades de viajar a Cuba también se han visto muy restringidas».
Y he aquí un punto interesante: un gobierno (el cubano) que no reconoce los más mínimos derechos de los cubanos en el exilio, que suman ya 4 millones, la cuarta parte de su población; pero del cual les interesa su apoyo monetario al PIB del país, mientras se presenta «Garante» del interés de las familias cubanas, esas que él mismo mantiene separados.
Sí, porque si bien la administración Trump restringió los viajes a Cuba, poco ha hecho Díaz-Canel y la tropa de catadores de alcohol que lo secunda en intentar que al menos las medicinas -provenientes de los EE.UU.-lleguen a las manos de los cubanos en la isla
El gobierno cubano hace ratón y queso que habría podido hacer algo más por las empobrecidas familias cubanas, a las que dice representar ahora, y no lo hizo.
A fin de cuentas, nadie puede negarle al puesto a dedo que por lo menos no dejó de asomar su hocico peludo: Quiere viajes y remesas, y quiere que Biden se los dé.
Por supuesto, para eso necesita de los emigrados que son los que mandan y viajan; pero -repito- de derechos, ni esta uña.
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