Calle cubana «que se respete» tiene para mostrarle al viandante un vasito plástico, un papelito, un cabo de cigarro, aguas albañales corriendo, un salidero de agua potable, ¡un bache!; sin embargo, en las calles por donde pasó -perdón, paseó- ayer el mandatario cubano Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez en San Isidro, y de acuerdo siempre con las fotografías divulgadas, no se apreció ni papelito, ni vasito, ni cabito, muestra inequívoca de que por allí pasó la barredora dos y tres veces, y no duden de que hasta estuviesen apostados, en las esquinas, trabajadores de comunales con sus escobas y tanques de basura.
Véanse las imágenes y comprueben lo dicho.
De acuerdo con el testimonio de una fuente -residente no en San Isidro, pero sí muy cerca de allí- desde que Díaz-Canel orientó visitar el barrio a sus fieles dirigentes, entre los que sobresaltan, dado su papel, Gerardo Hernández Nordelo, como Presidente Nacional de los CDR y Abel Prieto Jiménez como tracatán mayor de la cúpula dirigente, en San Isidro se acometieron algunas labores de reparación en las calles y aceras, que incluyeron sobre todo conductos de aguas albañales y los salideros de agua.
Imágenes sobre las labores acometidas en San Isidro fueron vistas hace aproximadamente un mes. ¿Sería entonces que desde ya tenía Díaz-Canel pensado visitar a San Isidro? Muy probablemente sí.
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El edificio escogido para la reunión de ayer, una nave o especie de solar, reparado y asegurado por dentro, muestra de cara a la calle una imagen muy deteriorada, pero poderosa a los intereses de la publicidad gubernamental.
Sin dudas esa salida «despreocupada» de Díaz-Canel de una edificación en ruinas muestra a la imagen pública nacional e internacional, que el mandatario cubano no le tiene miedo a nada; mucho menos a un derrumbe. O como mínimo, que le caiga un ladrillo en la cabeza.
También sin dudas los fotógrafos escogidos para dar seguimiento y testimonio a la visita del Diazca a San Isidro, supieron escoger muy bien el ángulo de las fotos.
Un «experto» en estos temas, y cuyo nombre no viene al caso exponer aquí, me señalaba además que «en los tiros de calle» no se aprecia ni un alma; ni en la calle ni en los balcones.
Vaya, que tal parece que les dijeron: «¡Métanse todos para dentro!»
Al parecer no dejaron escapar ni un detalle. Parecería que fue una visita normal; pero no.