La denuncia corrió ayer, 16 de octubre de 2025, de muro en muro: la protectora de animales Vero Martínez aseguró haber sido agredida físicamente por un vecino en Lawton, La Habana, después de intentar impedir que este incitara a sus perros contra una colonia de gatos que ella y otra activista alimentan.
El relato fue compartido en la cuenta de Facebook de Lara Crofs, donde se describen escenas de hostigamiento previo a los felinos comunitarios y, finalmente, el golpe en el rostro, el teléfono arrojado al piso y el empujón que, según la publicación, recibió Martínez cuando decidió grabar al presunto agresor.
En ese mismo post se afirma que ya existe, relacionada con este caso, una denuncia policial por lesiones y otra ante el Ministerio de la Agricultura, autoridad encargada del bienestar animal en Cuba.
La reacción fue inmediata. Entre mensajes de indignación y llamados a compartir el caso, decenas de usuarios –incluida la propia Martínez– subrayaron la vulnerabilidad de quienes sostienen colonias felinas con recursos propios y el desgaste de lidiar a diario con el desprecio hacia los animales.
En paralelo, otro perfil, el de José Luis Tan Estrada, divulgó nombre y señas del presunto agresor y aseguró que el hombre restringió su cuenta de Facebook tras hacerse viral el hecho. En los comentarios se corrigió además un dato geográfico: Lawton pertenece al municipio 10 de Octubre, no al Cerro. Circularon capturas, mensajes privados y la promesa de “hacerlo visible” para que, esta vez, el caso no se diluya.
En este post, entre los comentarios, un internauta publicó el video de la agresión.
Más allá del ruido de las redes, el núcleo del episodio es doble: la agresión a una mujer y la presunta crueldad contra animales. Cuba cuenta con una norma de bienestar animal y vías administrativas para sancionar, pero activistas y comentaristas insisten en que la respuesta debería estar tipificada en el Código Penal, como ocurre en otros países, para evitar la impunidad. El video breve que se comparte como “prueba” –según las publicaciones citadas– existe y es parte del expediente social del caso; su evaluación, sin embargo, corresponde a las autoridades.
Este medio no ha podido verificar de manera independiente la versión completa de los hechos ni obtener la respuesta del señalado.
Como en todo proceso que mezcla violencia de género, maltrato animal y exposición masiva, la prudencia es clave: escuchar a todas las partes, preservar la integridad de víctimas y testigos, y exigir a la policía y al MINAGRI que actúen con celeridad.
Si se confirma, el episodio sería un espejo triste de la pérdida de respeto hacia los animales y hacia quienes los protegen. La fuerza jamás puede ser coartada para humillar a otro ser vivo.





