Ana de Armas al parecer comprendió que aquel (A)nido era una Misión Imposible. Así y todo, le caen las críticas

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Parece que Ana de Armas ha vuelto a hacer lo que mejor sabe: reinventarse. Esta vez, no en la pantalla, sino en la vida real. Y es que tras su comentadísima relación con Manuel Anido Cuesta, hijastro de Miguel Díaz-Canel (sí, el mismo que comanda la isla como si fuera un hotel en quiebra), la actriz cubana ha sido vista en Londres varias veces, muy bien acompañada por el actor Tom Cruise. Y entre helicópteros, cumpleaños con David Beckham y paseos con perritos, los rumores ya no son rumores: Houston, tenemos un problema: un nuevo romance pudiera estar en cartelera.

Pero vayamos por partes, como diría Jack el Destripador (si se nos permite el sarcasmo). Porque antes de volar con Cruise en helicóptero, Ana al parecer estaba en los aires, como una gaviota a punto de quedarse en un (A)nido. Un juego de palabras demasiado fácil, pero también demasiado tentador.

Su relación con Anido Cuesta —abogado joven, pulcro, discretísimo y apellidado como quien tiene una marca de arroz— fue tan inesperada como escandalosa. No por el amor, claro, sino por el contexto: ella, una de las actrices más brillantes de su generación; él, el hijastro del gobernante cubano en un país hundido en apagones, represión y cero glamour.

Desde que aparecieron las primeras fotos juntos en Madrid, Ana recibió más fuego que en una escena de acción con Keanu Reeves. Las redes se llenaron de críticas, decepciones y hasta memes de celulosa revolucionaria: ¿cómo una cubana tan querida podía estar del brazo de alguien tan vinculado al poder represivo? ¿Cómo se metió en ese nido… o mejor dicho, en ese nido con espinas ideológicas?

Pero claro, el apellido completo era una alerta roja: Anido Cuesta. Porque sí, cuesta, y vaya si le costó. El romance fue, desde el inicio, una cuesta arriba emocional, política y mediática. Como Sísifo en versión Chanel, Ana empujaba el peso del escándalo mientras él, bueno… aportaba apellidos. Ella ponía belleza, talento, contratos internacionales, y él, ni una canción de cuna. Al final, más que amor, parecía una prueba de resistencia.

Y entonces, al parecer, llegó Tom, en lo que incluso pudiera ser en plan amigo, porque claro claro no hay nada. No hay un cuchi cuchi ni nada captado por el lente paparazzi. No hay, siquiera, un besito de piquito ruso.

Cruise, de 62 años, piloto aficionado, galán eterno y protagonista de 47 misiones imposibles (y contando), apareció en su vida como un salto al vacío… pero en jet privado. Fue visto con Ana en múltiples ocasiones: una cena íntima en San Valentín, una caminata el día de su cumpleaños 37, y finalmente, escapando en modo “007” de la fiesta del 50 cumpleaños de Beckham. ¿Amigos? ¿Colaboradores? ¿Pareja? Nadie lo confirma, pero nadie lo niega.

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Y claro, ahora le caen las críticas otra vez. Que si la diferencia de edad (ella 37, él 62), que si va muy rápido de un romance a otro, que si solo sale con famosos. Pero lo cierto es que Ana tiene una hoja de vida sentimental que haría palidecer a más de uno: estuvo casada con el actor español Marc Clotet, luego vivió un tórrido amor con Ben Affleck (con fotos y paseos perrunos incluidos), y se le vinculó con el empresario Paul Boukadakis, vicepresidente de Tinder. Digamos que ha pasado de apps de citas a vuelos en helicóptero sin escalas.

Lo interesante es que el salto de Anido a Cruise, sino es un cambio de pareja, al menos es un cambio de narrativa. De un amor asociado a la sombra de un régimen, a otro que la devuelve al centro de la vida hollywoodense. Si antes muchos la miraban con desconfianza, hoy al menos le dan crédito por haber recogido velas y soltado el lastre.

Así que sí, Ana entendió que aquel (A)nido era una misión imposible. Demasiado riesgo, cero acción, y encima con la crítica política encima. Ahora, al menos, si algo sale mal, habrá escenas de persecución, explosiones, y un seguro que cubre helicópteros.

¿Será esta la definitiva? ¿O solo otra escena de paso en una supuesta película de amor? Sea como sea, lo cierto es que Ana volvió a tomar el control del guion. Y esta vez, sin actores de reparto dudosos.

Mientras tanto, ni Ana de Armas ni Tom Cruise, REPETIMOS, han confirmado oficialmente su relación. Ambos están involucrados en proyectos cinematográficos: Ana protagoniza «Ballerina», un spin-off de la saga «John Wick», y Tom está preparando el estreno de «Mission: Impossible – The Final Reckoning» .

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