¿Almendrones en Hialeah? Bueno sí, pero estos lucen muy diferentes a los de Cuba (+ vídeo)

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Un cubano de Jagüey Grande, Matanzas, no pudo evitar sacar su teléfono y grabar lo que para muchos en Miami podría parecer solo una fila de autos antiguos, pero que para él evocaba una mezcla de nostalgia y asombro. En la emblemática calle 49 de Hialeah, justo al costado de La Belle Beauty School, una colección de clásicos americanos estaba parqueada, brillando como si acabaran de salir del concesionario. ¿Almendrones? Bueno, sí… pero de los que no chirrían ni botan humo.

Entre los modelos captados por el internauta se encontraban un impecable Chevrolet Impala de 1960, un Chevy Bel Air del 57 en un llamativo amarillo pollito, otro Chevy del 55, un Ford 53, un majestuoso Buick Invicta y hasta un Cadillac 1957 de cuatro puertas sin columna, un auto que, según el testimonio, «en Cuba solo lo tenían los médicos y la gente de billete». El Cadillac 1957 sin columna es una verdadera joya codiciada por coleccionistas.

El video no solo mostraba los autos, sino también recuerdos. El cubano matancero no dudó en mencionar a Olegario, el bodeguero de su infancia, quien tenía un Chevy 57 idéntico al que estaba frente a él. Solo que este está nuevo, nuevo, como si Olegario acabara de comprarlo ayer.

Se trata de un dos puertas sin columna, un modelo mucho más raro y codiciado entre los Chevy 57. Se trata de un hardtop, una versión especial del Chevrolet Bel Air 1957 que no tiene el tradicional pilar entre las puertas, lo que le da un perfil más limpio y elegante cuando las ventanas están bajadas. Esa ausencia de columna central lo hacía ver casi como un convertible, aunque con techo fijo.

Este detalle lo convierte en una verdadera joya del diseño automotriz de los años 50, mucho más buscado que el sedán de cuatro puertas común. Al ser más ligero y estilizado, el Chevy 57 dos puertas hardtop tiene hoy un valor mucho más alto en el mercado de autos clásicos. No es solo un almendrón más: es el tipo de vehículo que en Estados Unidos aparece en películas antiguas manejado por gente muy chic, y en Hialeah, simplemente estaba parqueado en la 49 como si nada.

Aunque en Cuba el término “almendrón” se usa para cualquier carro americano viejo, oxidado y remendado que sobrevive milagrosamente, estos en Hialeah no encajaban del todo. El Chevy 57, por ejemplo, o Chevrolet Bel Air de 1957, es uno de los autos más icónicos y queridos en Cuba. Y no solo eso: dentro de la gama de los Chevrolet de la década del 50, muchos lo consideran el mejor que jamás se fabricó, una verdadera joya de la ingeniería y el diseño automotriz de su época. Bajo el capó, podía llevar desde un motor V6 hasta un poderoso V8 de 283 pulgadas cúbicas con carburador doble o incluso con el sistema “Ramjet” de inyección de combustible, una novedad revolucionaria en su tiempo. Fue el primer Chevrolet con esta opción.

Pero lo que distingue al Chevy 57 entre los coleccionistas y fanáticos es su diseño inconfundible: sus aletas traseras cromadas, su parrilla prominente, sus dos faroles redondos al frente y su línea aerodinámica lo convierten en una obra maestra del estilo “space age” americano de los años 50. En ese momento, representaba lujo, poder y estatus.

En Cuba, el Chevy 57 es casi un símbolo cultural, y no es casualidad que este internauta haya logrado captar al menos dos en el mismo lugar de Hialeah. Aunque llegaron pocos originalmente antes del embargo, los que lograron quedarse han resistido el paso del tiempo a base de inventiva y repuestos reciclados. En su mayoría funcionan como almendrones —taxis colectivos o privados— y son famosos por su resistencia, su espacio interior y su estructura sólida.

En Estados Unidos, el Chevy 57 vendió más de 1.5 millones de unidades, y ha aparecido en decenas de películas y series, como American Graffiti y Grease, consolidando su estatus de leyenda. Es uno de los íconos de la industria automotriz estadounidense

En Cuba, por el contrario, el modelo terminó siendo un guerrero del día a día, símbolo del ingenio popular, de adaptaciones creativas y de una época que, aunque ya pasó, se resiste a desaparecer.

Ver uno de estos autos, como ese Chevy 57 amarillo pollito del video filmado en Hialeah, impecable y reluciente, es para muchos cubanos como viajar en el tiempo… pero a una dimensión paralela, donde los almendrones no están remendados con piezas de Lada, sino que lucen como recién salidos de fábrica.

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