Una reciente inspección parlamentaria realizada en 19 de los 22 aeropuertos civiles de Cuba sacó a la luz lo que para muchos pasajeros ya es una verdad cotidiana: una cadena de deficiencias y problemas que convierten la experiencia de volar dentro y fuera del país en un calvario.
De acuerdo con el informe presentado por el Sistema Empresarial de la Aviación Cubana ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el panorama es desolador: pistas deterioradas, baños sin insumos básicos, deficiencias en los servicios y carencias tecnológicas son solo algunas de las irregularidades señaladas.
La situación resulta aún más preocupante si se tiene en cuenta que el turismo es uno de los sectores estratégicos de la economía cubana. Además, para los cubanos de a pie, moverse dentro del país en avión se ha convertido en una odisea.
Según los datos recopilados tras más de 400 entrevistas, visitas in situ y análisis de indicadores del sector, la realidad del sistema aeroportuario cubano dista mucho del discurso oficial.
Aunque en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana se reportan algunos avances, la situación en los aeropuertos provinciales es mucho más crítica. Terminales como las de Granma, Guantánamo y Las Tunas han tenido que cerrar parcialmente o limitar sus operaciones debido al mal estado de sus pistas.
Durante las inspecciones también se detectaron problemas graves en servicios esenciales como el abastecimiento de agua, la higiene en los baños y la falta de insumos básicos como papel sanitario. Estas carencias se extienden incluso a las llamadas áreas «VIP», donde se reportaron problemas de conectividad, salas ejecutivas con escasa limpieza y pobre oferta de alimentos o bebidas.
La infraestructura tecnológica de los aeropuertos cubanos también muestra signos de colapso. Se registran problemas recurrentes de conexión y demoras significativas en los controles migratorios y aduanales. Aunque las autoridades aseguran haber agilizado estos procesos, la realidad es que los viajeros continúan enfrentando largas colas y molestias.
El deterioro no es solo una cuestión de apariencia: es la consecuencia directa de años de abandono institucional y falta de gestión estratégica. Mientras el discurso oficial repite que el turismo es el motor de la economía nacional, los principales accesos al país permanecen en un estado crítico, entre el descuido y la obsolescencia.
