Joaquín Sabina bajó anoche el telón de una carrera irrepetible con un último y multitudinario recital en el Movistar Arena de Madrid, punto final a más de cinco décadas de canciones, giras y noches memorables.
Ante un público entregado, el Flaco de Úbeda puso palabras a la despedida: “Este concierto en Madrid es el último de mi vida y, por tanto, el más importante. El que en unos años recordaré con más emoción”.
El show, cargado de nostalgia y complicidad, funcionó como un recorrido por su cancionero: desde “Yo me bajo en Atocha” hasta “Princesa”, con paradas en clásicos de los 17 discos que publicó desde finales de los años setenta.
Entre tema y tema, el propio Sabina resumió el sentimiento de la velada como “un adiós enormemente agradecido”, feliz de haber visto “crecer sus canciones” y de comprobar cómo, “de un modo misterioso”, se han “colado en la memoria sentimental de varias generaciones”.
A sus 76 años, el cantautor andaluz se despide de los escenarios con el mismo pulso literario que lo convirtió en una voz única del pop y la poesía en español.
Su trayectoria, iniciada en el Madrid de la Transición, dejó álbumes de referencia: de “Inventario” (1978) a “19 días y 500 noches” (1999), reconocimientos de ida y vuelta a ambos lados del Atlántico y una huella que desborda lo musical para rozar lo generacional.
La gira de despedida, titulada precisamente ‘Hola y adiós’, llegó a Madrid con el colofón esperado: un público coreando cada estribillo y un artista consciente de la página que se cierra. Sabina, que siempre mezcló crónica urbana y versos a quemarropa, se marchó sin grandes artificios, fiel a su estilo, dejando que las canciones hicieran el resto.
En los últimos años, el autor también revisó públicamente algunas de sus posiciones políticas. En 2022, fue tajante respecto a Cuba: “Fui amigo de la Revolución Cubana y de Fidel Castro. Pero ya no lo soy, no puedo serlo”. Y añadió entonces: “Ahora estoy del lado de los que se manifiestan y de los que se exilian de la Isla”.
Se va el Sabina de los escenarios, queda el repertorio: un mapa de vidas, nocturnidades y ciudades que seguirá sonando mucho después del último aplauso.





