Desde una celda de la TGK (Turner Guilford Knight) en Miami-Dade, Yosvanis Sierra Hernández, Chocolate MC, asegura estar viviendo el giro más radical de su vida. Tras ser declarado culpable por solicitar el asesinato de Damián Valdez Galloso —señalado en el caso como presunto responsable del crimen del también artista El Taiger—, el reguetonero afirma que el encierro lo llevó a un proceso de quiebre y búsqueda espiritual.
En una entrevista telefónica con Noticias 23, el intérprete describió su rutina y el soporte que, dice, lo sostiene ahora: “Todo este tiempo que llevo preso estoy aquí solo en una celda con mi televisor. Me dan mis tres comidas, compro algo en la comisaría, y me visitan psiquiatras, trabajadores sociales y el capellán, que viene a enseñarme la palabra de Dios”.
La música —esta vez, en clave de alabanzas— se volvió su refugio cotidiano: “Me paso el día cantando alabanzas, y cuando canto se me salen las lágrimas porque me dan mucho sentimiento. Son canciones gloriosas. Me gusta glorificar al Señor, me siento bien cuando le canto a Él”, confesó con visible emoción.
El artista reconoce que, antes del arresto, su vida estaba en caída libre: “Ya yo estaba perdido en las drogas, pero cuando pasó lo de El Taiger terminé de perderme completamente. Perdí el timón de mi vida”. Y, a la vez, subraya el motor que dice haber encontrado en medio del encierro: “Ahora estoy preso, sin libertad y casi sin vida, pero encontré una razón para seguir”.
En su mensaje público, el rapero insistió en la reconciliación y el perdón como pilares del cambio que proclama: “Yo, por Cristo Jesús, aprendí a perdonar, incluso a la persona que más daño me hizo y que daño a toda una comunidad. Pido perdón a todos los que yo también he dañado. Damián no gana nada con mi perdón, porque el perdón que vale es el de Dios, ese es el que le hace falta a Damián”.
El veredicto llegó tras un juicio en el que la fiscalía presentó un video donde, según la acusación, Chocolate MC hablaba de pagar por el crimen; el jurado deliberó menos de una hora antes de pronunciar la culpabilidad. Pese a ello, el músico rechaza la interpretación del caso: “No me expresé de la manera correcta, pero no soy capaz de matar a nadie”, dijo en declaraciones recientes a Telemundo 51, calificando el proceso de “manipulado”.
La familia del cantante sostiene que hubo irregularidades y ha activado una campaña de firmas —cerca de 10.000 apoyos— para pedir al juez una condena de probatoria y rehabilitación en lugar de cadena perpetua. En estrados, testigos y cercanos —como La Diosa— apuntaron a un historial de adicción y descompensación emocional. Su madre, Odalis Hernández, reiteró que “su hijo no es un asesino, sino un hombre enfermo que necesita ayuda y tratamiento”.
Chocolate, por su parte, admite un pasado autodestructivo, pero se aferra a la ruta espiritual que asegura haber descubierto tras las rejas: “Dios me dio una nueva oportunidad y no la voy a desperdiciar. Aquí, entre rejas, entendí que la libertad más grande no está afuera, sino dentro del alma cuando uno aprende a perdonar”.
Mientras avanza hacia la sentencia, el caso de Chocolate MC camina entre dos planos: el legal, marcado por un fallo adverso, y el personal, donde el artista intenta tallar una narrativa de fe y enmienda. En el centro, un mismo dilema: qué peso tendrá la transformación que afirma haber iniciado frente a la severidad del veredicto.
