Muere en Guantánamo un hombre tras ser impactado por un rayo y ya suman por esa causa once fallecidos este año

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La comunidad de Cabacú, en Baracoa, Guantánamo, despidió en las últimas horas a Martín, un vecino de la zona que perdió la vida cuando una descarga eléctrica alcanzó su vivienda en medio de un aguacero.

El relato publicado por allegados describe un regreso a casa tras la jornada laboral y un estallido súbito que lo fulminó, un episodio que resume la fragilidad de la rutina frente a un fenómeno atmosférico cada vez más frecuente en el país.

Según relataron familiares y testigos, el hombre acababa de llegar del trabajo cuando comenzó el aguacero. Minutos después, una descarga eléctrica atravesó la estructura de la casa y lo fulminó.

“No puedo creerlo, si estaba adentro”, escribieron desconcertados algunos usuarios en redes sociales, incapaces de comprender cómo la tragedia ocurrió en un lugar que parecía seguro.

El caso ha conmocionado a Baracoa y se suma a una lista de muertes por descargas eléctricas que se extiende por toda Cuba durante este 2025. Solo en los primeros meses del año, al menos seis incidentes fatales han sido reportados en distintas provincias, confirmando que la isla sigue siendo uno de los territorios del Caribe con mayor frecuencia de rayos.

El primero ocurrió en junio, en el municipio de Bauta, Artemisa, cuando dos adolescentes de 13 y 16 años murieron mientras jugaban fútbol al aire libre. Según testigos, el rayo cayó sobre el terreno antes de que comenzara a llover, sorprendiendo a los jóvenes que permanecían en la cancha. El suceso desató una ola de tristeza en la comunidad y reavivó las advertencias sobre los peligros de permanecer en espacios abiertos durante tormentas eléctricas.

Semanas después, en Manicaragua, Villa Clara, tres adolescentes perdieron la vida y una joven resultó herida por una descarga mientras se encontraban en un área rural. Las autoridades locales confirmaron que los fallecidos tenían entre 14 y 17 años y que el impacto fue tan fuerte que los cuerpos quedaron tendidos a pocos metros unos de otros. El hecho dejó a la localidad sumida en el dolor y provocó llamados a mejorar los sistemas de alerta en zonas campesinas.

En agosto, las tormentas volvieron a golpear con fuerza en Matanzas. Una mujer de 42 años, identificada como Yanelys Oropeza, falleció en el municipio de Colón tras ser alcanzada por un rayo mientras trabajaba en los campos de La Luisa. Tres semanas después, otro vecino del mismo municipio, el joven Adriel Ferrera La O, de 28 años, perdió la vida de forma similar.

En ambos casos, las víctimas se encontraban realizando labores agrícolas cuando el mal tiempo los sorprendió. “Era un muchacho trabajador, de esos que no le tenían miedo al campo”, escribió una allegada. Los medios locales insistieron entonces en la necesidad de suspender cualquier tarea al aire libre ante el primer trueno.

El episodio más reciente y numeroso ocurrió en Moa, Holguín, a inicios de octubre. Siete personas que se refugiaban de la lluvia bajo una carpa metálica fueron alcanzadas por una descarga. Tres murieron en el acto y cuatro resultaron heridas. Uno de los sobrevivientes, identificado como Irelemis Ortiz del Rosario, relató que la descarga lo dejó inmovilizado y tuvo que arrastrarse hasta la carretera para pedir ayuda. Su testimonio, difundido en medios locales, reflejó la brutalidad del suceso y la fragilidad de las condiciones en que muchas personas enfrentan el mal tiempo. “No podía caminar, solo sentía el cuerpo ardiendo”, contó desde su recuperación.

A esos hechos se suman antecedentes recientes que demuestran que el riesgo no es nuevo. En agosto de 2024, la maestra Adriana Rey Hernández murió en Trinidad, Sancti Spíritus, también a causa de un rayo. Era una educadora muy querida, y su muerte provocó una ola de mensajes de condolencia en el grupo de Facebook “Trinidad te recuerda”. “Nunca te vamos a olvidar, mi amor. Descansa en paz”, escribió una exalumna. Su caso se convirtió en uno de los más recordados del año anterior y marcó un precedente del peligro que representa la exposición a tormentas eléctricas, incluso en zonas urbanas.

El Instituto de Meteorología ha recordado en varias ocasiones que la Isla es uno de los lugares del mundo con mayor densidad de descargas eléctricas, especialmente entre los meses de mayo y octubre. Sus especialistas insisten en que, ante cualquier indicio de tormenta, se deben suspender las actividades al aire libre, evitar los árboles, los terrenos abiertos y cualquier estructura metálica.

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