Estaba clara – o no – la joven que aseguró que el italiano atropellador era otro

Havana
algo de nubes
24.2 ° C
24.2 °
24.2 °
83 %
2.1kmh
20 %
Sáb
30 °
Dom
30 °
Lun
29 °
Mar
25 °
Mié
23 °

El 25 de agosto, un auto arrolló a varias personas en las calles Galiano y áreas cercanas de Centro Habana y La Habana Vieja. El Ministerio del Interior informó ese mismo día que el presunto responsable era un “extranjero residente en Cuba”, sin dar nombre ni nacionalidad. La prensa internacional recogió el parte oficial y el saldo preliminar: una mujer fallecida y varios heridos.

Sin embargo, y a pesar de que se informó que se ampliaría la información más adelante, y a pesar de que desde hace días los cubanos no saben hablar de otra cosa, el caso quedó suspendido en un limbo informativo que permitió que redes y medios compitieran por llenar el vacío. Como siempre sucede, por más que se reúna la Unión de Periodistas de Cuba todos los años; por más que el mismísimo mandamás de la república le pida a los periodistas «más» y que el Estado haya sacado una Ley de Comunicación Social que, en teoría, obliga a los funcionarios a ser diáfanos y transparentes con la prensa.

En ese terreno movedizo, en el que nada se sabe, el medio independiente cubano 14ymedio publicó el 3 de septiembre que el sospechoso sería el empresario italiano Berto Savina (también conocido como “Sabina Tito”), vinculado a negocios en MLC como Casa Linda y Agua y Jabón, y recogió testimonios de vecinos que hablaban de una fuerte discusión antes de que el conductor saliera en un Audi rojo. Era un retrato con detalles y fuentes, pero todavía sin aval de expediente ni identidad oficial.

noticia relacionada: Identifican a presunto sospechoso por atropello masivo a nueve personas en La Habana

La narrativa pegó fuerte… hasta que llegó un primer desmentido. Inalbys Heredia, la misma joven que días antes había conseguido identificar públicamente a la víctima mortal (su hermana Mairovis Valier Heredia) difundiendo un video familiar cuando aún no había información oficial.

En un nuevo post, Inalbys aseguró que “el italiano es otro” y nombró a Mario Pontolillo. Cuballama dio cobertura a esa declaración y, con prudencia jurídica, la publicó sin reproducir el nombre completo en un primer momento, remitiendo a la pieza original. Su enfoque fue claro: si la autoridad no completa los datos básicos a tiempo, el escrutinio recae —para bien y para mal— en la selva de las redes.

tal vez quieras leer: Joven que compartió en redes video de la familia de joven atropellada en La Habana dice que «el italiano es otro» y lo identifica.

Sin embargo, la «acusación original» sobre Berto Savina, sobre quien se publicaron fotos de su amistad con dirigentes cubanos como Fidel Castro, Miguel Díaz-Canel Bermúdez y Esteban Lazo Hernández, entre otros, estremeció los cimientos del oficialismo que, de alguna manera se vio preocupado. Por un lado no decían oficialmente quien era el italiano atropellador de La Habana; y por el otro, se estaba hablando de un amigo de la cúpula.

Fue ahí cuando saltó el vocero oficialista Humberto López asegurando que «no era Berto Savina», sino otro italiano, aunque no divulgó su identidad; reforzando esa línea en redes: “El ciudadano italiano Bartolomé (Berto) Savina no guarda relación alguna con el lamentable suceso”. La bola, lejos de frenarse, rebotó.

nota que puedes leer: Humberto López niega versión que identifica a italiano Berto Savina como sospechoso de atropello masivo

De lo que no hay dudas es que la presión social y en las redes, y el señalamiento – erróneo o no, y ya veremos por qué – fue lo que hizo moverse al régimen. Horas después del «desmentido de López», y tras más de una semana después de ocurridos los hechos, la Fiscalía General de la República divulgó una nota informando que controla un proceso penal por “asesinato y otros delitos” donde está imputado el ciudadano italiano Mario Pontolillo, de 56 años, con residencia permanente en Cuba, bajo prisión provisional y prohibición de salida. El mismo que 24 hrs antes había señalado la hermana de la joven madre de tres hijos fallecida; quien iba junto a ella ese día caminando por las calles de La Habaa, y quien presuntamente tuvo tiempo de ver, al menos muy fugazmente, al italiano atropellador. Un detalle: la diferencia en el rostro entre Savina y Pontolillo es inmensa.

El texto de la FGR habla de “atropellamiento deliberado” y promete ejercer acción penal pública “con solicitud de sanciones en correspondencia con la gravedad de los hechos”, y fue la primera confirmación oficial del nombre.

Al día siguiente, entrevistado por el periodista Roberto Nápoles, el propio Savina negó su implicación —apoyado por el Consulado de Italia, según la nota— y aportó un argumento factual: había salido de Cuba el 18 de agosto y había llegado a Italia el 19. En la entrevista, se muestra fragmentos de su reserva aérea; documentos que envió Savina al diario 14ymedio.com, para que este se retracte de lo dicho anteriormente.

Horas antes, el propio Nápoles había publicado una foto de Savina padre, junto a Savina hijo, con una especie de comunicado del hijo, quien desmentía las acusaciones lanzadas contra su padre. Es notorio que entre los muchos comentarios en la publicación, casi todo el análisis converge a un punto: si el Estado hubiese identificado al atropellador de La Habana desde un inicio, esta familia no se hubiese visto envuelta en tamaño problema.

Sin embargo, tal parece que ni siquiera el avispado Nápoles le preguntó a Savina si tenía un Audi Rojo. Y lo más curioso: muchos de los que conocieron a Pontolillo en Cienfuegos, aseguran que este no tiene auto, sino una moto.

Nápoles tampoco le preguntó a Savina si conocía a Pontolillo; o si – en caso de conocerlo y tener relación con él – le habría prestado el auto a Pontolillo. Un detalle. Savina dijo en la entrevista con Nápoles que él se encuentra en su casa, cerca de Roma. Pontolillo, según sus redes sociales, es oriundo de Roma.

¿Pudiera ser que dos italianos de Roma, residentes en Cuba ambos durante varios años, no se conozcan entre sí? Esa es otra pregunta que Rolando Nápoles tampoco hizo y pudo muy bien haber hecho.

A partir de todo esto que se ha dicho y que ocurrió, varios planos se cruzan. El primero, el de los hechos: una mujer muerta, varios heridos y un extranjero residente imputado por asesinato en Cuba; la Fiscalía dice estar realizando diligencias para completar pruebas. El segundo, el de la comunicación: un silencio inicial, oficial, que habilitó hipótesis encontradas y, después, ahora, una confirmación oficial que parte de la audiencia ha recibido con sospecha.

¿Por qué la sospecha? Por la demora (nueve o diez días, según el recuento), por la secuencia de desmentidos y señalamientos y por detalles que circularon desde el principio y que no han sido aclarados por la vía institucional. Uno de ellos es casi un meme investigativo y nos lleva a una idea expresada par de párrafos encima: ¿quién tiene —o manejaba— un Audi rojo en La Habana la madrugada del 25 de agosto? El detalle del color del vehículo apareció en coberturas internacionales que citaban reportes cubanos; sin un parte pericial público, la pregunta reaparece en cada hilo de comentarios. La activista Lara Crofs, quien posee un auto, maneja y conoce varios mécanicos en La Habana, asegura que no existen muchos Audi Rojos, del modelo visto, circulando en la capital.

Este “vaivén de identidades” tuvo además un giro paradójico: la misma joven —Inalbys— que ayudó a ponerle nombre y rostro a la víctima terminó corrigiendo la identidad del presunto autor que otros habían instalado.

Esa coreografía plantea una lección periodística y cívica. A los medios (oficiales e independientes): no acelerar con nombres propios sin documento ni voz fiscal; si se publica, mantener el rótulo de “sospechoso” y diferenciar lo verificado de lo alegado. A las autoridades: informar rápido lo básico —quién está detenido, bajo qué cargos, y con qué garantías— para no dejar que la plaza pública sustituya al parte oficial. Al público: evitar linchamientos digitales; presionar por transparencia no es sinónimo de repartir culpas a ciegas.

En paralelo, el caso ha ido, además, rodeándose de elementos laterales que alimentan la conversación. Varios usuarios recordaron que el nombre de Mario Pontolillo ya había circulado en contextos públicos en Cuba (videos y referencias a entrevistas en programas de la televisión cubana). Otros aseguran que «nuestro hombre en La Habana» (el atropellador) hasta lleva encima, sobre la piel, en su estómago, un tatuaje inmenso de Ernesto Ché Guevara.

Tampoco faltaron los memes que aprovecharon el episodio para cuestionar el secretismo informativo en otras causas de alto interés —por ejemplo, la del exministro de Economía Alejandro Gil— con ironías del tipo: “Si 14ymedio lo nombra, tal vez salga la nota oficial”. Son signos del ecosistema que tenemos: la sátira como válvula y, a veces, como bisturí. (Aquí, lo relevante no es la broma en sí, sino el síntoma que revela: déficit de comunicación oportuna).

Mientras tanto, el expediente parece moverse pero… hay muchos que creen que este Pontolillo, quien había sido detenido con anterioridad por otros sucesos no relacionados, y de quien conocidos suyos en la isla hablan de que es un individuo violento, maltratador y que consume drogas, según lo públicado por Mario J. Pentón, sería el chivo expiatorio del régimen para cubrir a Berto Savina. Parece una teoría descabellada, pero si existe algo descabellado en este mundo son las cosas que suceden en la isla.

La teoría conspirativa habla de «un arreglo», pero acá es importante dar la voz – y ni la prensa oficial ni la independiente lo ha hecho – a las personas que fueron testigos en La Habana, del momento del arresto del italiano atropellador. Esos son los que podrían confirmar si fue él o no, como tal parece que sí, que fue.

La nota fiscal habla de “afectación a la seguridad colectiva” y de un “atropellamiento deliberado” en distintas vías, lo que sugiere que la imputación no se limitará a una simple violación del tránsito. En casos de esta naturaleza, lo esperable es que la Fiscalía precise la calificación penal que sostendrá ante tribunal (¿asesinato con dolo eventual? ¿homicidio intencional? ¿otros delitos conexos?), publique datos periciales del vehículo y el itinerario de los hechos (tramos, horarios, escenas), e informe sobre el estado de las víctimas y los derechos de la familia a la reparación. Esa hoja de ruta mínima, aun con todo lo que sabemos que puede demorar, no solo sirve a la justicia: también desactiva la especulación, evita el daño reputacional colateral y —sobre todo— devuelve a las víctimas el lugar central que merecen.

Porque al final, más allá del “quién” y del “cuándo”, hay un “para qué”: para que los hijos de Mairovis Valier Heredia y el resto de afectados tengan verdad, justicia y reparación. Y para que la próxima vez no haga falta una carrera de desmentidos en redes para conocer el dato que nunca debió tardar: el nombre del imputado y los cargos que enfrenta. Esa no es una concesión: es un deber del Estado, un derecho de la ciudadanía y una condición de salud pública informativa.

Fuentes claves consultadas: parte inicial del Minint recogido por prensa internacional; la investigación y la rectificación publicadas por 14ymedio; el desmentido difundido por Humberto López; y la nota oficial de la Fiscalía que identifica a Mario Pontolillo y describe el caso como un “atropellamiento deliberado” con cargos de asesinato y otros. elTOQUE. Cuballama Noticias.

¿Quieres reportar algo?

Envía tu información a: [email protected]

Lo más leído

Quizás te interese

Envíos a CUBA desde → $1.79 x LBENVÍA AQUÍ
+