El meteorólogo cubano Rubén Capote sorprendió a sus seguidores en redes sociales al compartir un video poco común: el momento en que un avión cazahuracanes P-3 Orion de la NOAA atravesaba el huracán Erin en el instante en que alcanzaba la categoría 5.
Capote, quien en 2022 tuvo la oportunidad de volar en esa misma aeronave durante la misión al huracán Nicole, destacó la magnitud de lo registrado. “Esto es otro nivel”, escribió al describir el paso del avión por la pared del ojo de Erin, una zona donde la turbulencia y la lluvia se vuelven extremas. Según comentó, las imágenes muestran con claridad el “efecto estadio”, un fenómeno visual que aparece en ciclones intensos y simétricos, cuando desde el ojo puede apreciarse una especie de anillo perfecto de nubes que se elevan como gradas.
Las imágenes compartidas por el meteorólogo han generado asombro y respeto entre sus seguidores. Decenas de usuarios calificaron de héroes a los tripulantes, conscientes de que su labor implica exponerse al corazón mismo de la naturaleza para proteger a comunidades enteras.
“Nuestros héroes, se exponen para llevar la información oportuna y precisa; honremos su valentía haciendo caso cuando nos digan evacuar”, escribió una usuaria. Otros destacaron la dureza del reto: “Está duro eso, tienen nervios de acero”, opinó un seguidor, mientras otra agregó que “hay que tener cojines bien grandes, ni loca lo haría”.
Desde Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, los mensajes coincidieron en reconocer la dimensión humana detrás de la ciencia. “Son hombres de valor, altruistas por demás, valientes al poner en peligro sus vidas para salvar otras”, dijo Grisel Gordo. “Qué valentía, metidos en ese monstruo”, comentó Esmeralda González. Y otra usuaria resumió el sentir general con una frase sencilla: “Son unos héroes, bendiciones para todos los que realizan ese gran y arriesgado trabajo”.
Los vuelos de reconocimiento en huracanes
Los vuelos de reconocimiento en huracanes son una de las operaciones más arriesgadas en la meteorología. Los llamados aviones cazahuracanes son verdaderos laboratorios voladores diseñados para enfrentar lo que la mayoría de las aeronaves evitaría a toda costa: el centro de un ciclón tropical. Uno de los más conocidos es el Lockheed WP-3D Orion, operado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos. Estos aviones atraviesan la tormenta de lado a lado, cruzando incluso la peligrosa pared del ojo, que es donde se concentran las ráfagas de viento más intensas y la turbulencia más severa, pues son aviones especialmente modificados para resistir turbulencias violentas, descargas eléctricas y ráfagas de viento que en superficie superan los 250 km/h.
¿Por qué arriesgar tanto? Porque los datos que se obtienen en estos vuelos son imposibles de conseguir desde satélites o radares terrestres. Dentro del huracán, los instrumentos del avión miden directamente la presión, la temperatura, la humedad y la velocidad del viento, lo que permite a los meteorólogos calcular con mayor precisión la fuerza real de la tormenta y su posible trayectoria. Esa información puede significar la diferencia entre una evacuación a tiempo o un desastre mayor.
Los pilotos y científicos que viajan en estas misiones reciben un entrenamiento muy especializado. La tripulación incluye pilotos de la Marina, ingenieros de vuelo y científicos que, durante cada incursión, recogen datos vitales sobre presión, temperatura, velocidad del viento y estructura de la tormenta. Deben soportar turbulencias comparables a sacudidas de montaña rusa durante horas, aprender a reaccionar ante fallas de motor en plena tormenta e incluso prepararse para impactos de rayos, ya que no es raro que el avión sea alcanzado por descargas eléctricas dentro de la nube. Aunque el fuselaje está reforzado y la aeronave cuenta con sistemas para disipar la energía de esos rayos, el riesgo nunca desaparece del todo.
Sin embargo, cada misión es vista como un sacrificio calculado en nombre de la seguridad colectiva y el valor de estos vuelos es incuestionable: permiten a los meteorólogos mejorar los modelos de predicción y salvar miles de vidas gracias a pronósticos más certeros.
Sin embargo, lo que para la ciencia son datos, para la tripulación es una experiencia límite. Capote recordó que muchos dicen que “ni muertos se subirían ahí”, y no es una exageración: atravesar la pared de un huracán de categoría 5 significa enfrentarse a una turbulencia que puede compararse con chocar contra una montaña de aire en movimiento. Aunque hoy la tecnología y los protocolos de seguridad reducen los riesgos, no siempre fue así.
Las misiones a bordo de avión cazahuracanes donde la muerte estuvo muy cerca o incluso se cobró vidas
El 26 de septiembre de 1955, el avión de la Marina de EE.UU. “Snowcloud Five”, un Lockheed P-2V Neptune, desapareció sin dejar rastro mientras investigaba el huracán Janet, uno de los más intensos de la época. A bordo viajaban nueve tripulantes; nunca fueron encontrados. Este sigue siendo el único caso en el que un avión cazahuracanes no regresó de su misión. En el año 2015, el blog de la NOAA conmemoró los 60 años de la tragedia, en una nota donde se resume lo sucedido ver aquí.
Más de tres décadas después, en septiembre de 1989, otro episodio marcó la historia. Un avión WP-3 Orion de la NOAA entró en el huracán Hugo, de categoría 5, y atravesó turbulencias tan severas que los instrumentos fallaron y los pilotos apenas pudieron mantener el control. El vuelo fue recordado como “el más accidentado” de todos los tiempos. El propio organismo científico rememoró la odisea en este artículo: NOAA – 25th Anniversary of a ‘Hairy Hop’ into Hurricane Hugo. Weather.com lo incluyó en su lista de misiones más peligrosas.
Incluso en años recientes los desafíos persisten. Un informe de la NOAA sobre turbulencia extrema en vuelos de reconocimiento muestra que Hugo, Ian y otros ciclones han estado entre los que más han exigido a pilotos y tripulantes. Los estudios técnicos, disponibles en repository.library.noaa.gov, buscan comprender mejor las dinámicas de estas tormentas para reducir riesgos futuros y mejorar la calidad de los datos que salvan vidas en tierra.
foto de portada: Un avión Lockheed P-3C Orion de la Fuerza Aérea Portuguesa, 30 de noviembre de 2005.
Foto: Soares da Silva / CC BY-SA 2.5





