Mientras una comunidad entera lloraba la muerte brutal de una niña de 11 años en Banes, Holguín —víctima de un crimen atroz que incluyó abuso sexual, violencia física y finalmente asesinato por ahogamiento— la página oficial del Ministerio del Interior (MININT) en la provincia celebraba jubilosamente haber alcanzado los 21 mil seguidores en Facebook. La publicación, firmada por el equipo detrás del perfil «Cazador Cazado» vinculado a la máxima dirección del Estado en la provincia, está escrita en tono festivo, con emojis, jergas, chistes y metáforas bailables, como si se tratara de una animación de viernes por la tarde y no de una plataforma institucional vinculada a la seguridad ciudadana.
“¡Asere, qué bola! Nos tiramos un tembleque digital porque ya somos 21 mil en Facebook”, reza el post, publicado a pocas horas de que se confirmara públicamente el crimen que ha estremecido a Holguín y al país entero.
En contraste con el silencio absoluto de las autoridades respecto a la muerte de la menor, esta publicación parece una bofetada: mientras la comunidad exige respuestas, mientras la familia despide a su hija y se pregunta cómo fue posible que uno de los sospechosos pudiera acercarse al funeral sin ser detenido, el MININT en Holguín opta por celebrar “el viralazo”.
Este contraste, que en cualquier democracia sería considerado como una falta de respeto institucional grave, en Cuba ocurre sin consecuencias. La publicación no solo evita hacer mención alguna al crimen, sino que desconecta a la entidad policial de su deber más esencial: proteger a la ciudadanía, prevenir la violencia y actuar con transparencia en momentos críticos.
Los comentarios en la publicación son igual de preocupantes, aunque es muy probable que sea obra del desconocimiento, debido al abrumador silencio oficial ante el asesinato de la niña, ya que el crimen no fue reportado por la prensa estatal, ni se emitió un comunicado de condolencia, ni se informó oficialmente sobre el hecho.
Sin embargo, el hecho queda así, en una narrativa desdoblada en dos Cubas paralelas: una donde las víctimas quedan enterradas en el silencio, y otra donde las entidades estatales celebran métricas digitales en páginas dedicadas a exponer la criminalidad, como si se tratara de logros sociales. En ese contexto, el hecho de que la principal página del MININT en Holguín priorice su crecimiento en redes sociales por encima de su rol frente a la seguridad pública y de los menores de edad revela una desconexión profunda entre aparato y pueblo. Habría entonces que preguntarse: ¿qué comunica una entidad del orden cuando celebra su popularidad mientras el pueblo entierra a una de sus hijas?
En lugar de “timba virtual”, de la “salsa en el teclado”; en lugar de likes, compartidos y comentarios con emojis, en lugar de estar en fiesta institucional cuando el pueblo está de luto, cruzar esa línea peligrosa donde la celebración digital se convierte en indiferencia moral, es cuando menos indignante.
Y no es la primera vez que sucede. No es la primera vez que se critica; pero así va el régimen y sus acólitos, echando cada día más tierra encima del pueblo sufrido.
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