El trío de cubanos fue puesto bajo custodia tras una investigación en Kentucky y, a no dudarlo, tal y cómo están las cosas, serán deportados a la isla próximamente.
La historia de José Francisco García Rodríguez, un abuelo cubano de 73 años, acaba con final feliz… por ahora. Tras una semana detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Luisiana, fue liberado y pudo volver a abrazar a su familia. Pero mientras él regresaba a casa en Lafayette, otros tres cubanos se metían en un lío bastante serio, esta vez por cuestiones muy distintas a las migratorias.
García Rodríguez fue arrestado el 1 de abril en una gasolinera Circle K, cuando iba camino a su trabajo. Sí, a los 73 años, todavía trabajando. Lo trasladaron al centro de detención de Pine Prairie, un sitio poco conocido pero muy temido por quienes tienen cuentas pendientes con migración.
Su familia, en shock, lanzó una campaña en redes sociales que removió conciencias. Su hijo Tyler agradeció entre lágrimas el apoyo recibido: “Por el poder y la gracia de Dios, mi padre está en casa y en mis brazos”.
La hijastra de José, por su parte, contó en un video que el abuelo llegó como “marielito”, que trabajó hasta 60 horas semanales y cuidó con devoción a su esposa enferma. Todo eso, mientras lidiaba con el miedo constante a ser detenido, miedo que se hizo realidad a principios de este mes.
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Aunque ya está libre, aún deberá enfrentar una audiencia migratoria, por lo que el caso está lejos de cerrarse. No obstante, la familia respira aliviada tras una semana de pesadilla.
Su caso desató un debate bastante interesante en las redes, y no precisamente por la edad del detenido, sino por los comentarios de algunos iluminati, que no conocen al parecer nada bien cómo funciona el sistema para el otorgamiento de la ciudadanía estadounidense, y en lugar de mostrarse empáticos, cuando menos cautelosos, arremetieron contra el anciano «acusándolo» prácticamente de haber estado comiendo catibía, luego de estar viviendo durante tantos años en los EE.UU. y no haberse hecho ciudadano.
Pero mientras unos celebran, otros enfrentan cargos nada livianos. Las autoridades del condado de Montgomery, en Kentucky, arrestaron a tres cubanos involucrados en un caso de robo de diésel a gran escala. Según el reporte oficial, los sospechosos usaron un dispositivo electrónico para extraer más de $18,000 en combustible de varias estaciones sin pagar un centavo.
Los detenidos, Yordano Solís (32), Lionnis Pérez (30) y Dariel Montero (31), están acusados de participar en una red de crimen organizado y robo de propiedad valorada en más de $10,000. Al parecer, el combustible robado era utilizado para alimentar una empresa de transporte por carretera. El trío fue puesto bajo custodia tras una investigación encabezada por el Sargento Garland, con apoyo de otros oficiales locales, y a no dudarlo, tal y cómo están las cosas, serán deportados a la isla próximamente.
Así que mientras un abuelo regresa a casa tras ser atrapado por su pasado migratorio, tres jóvenes cubanos caminan directo a la cárcel, esta vez por delitos más terrenales: gasolina, fraude y crimen organizado. Historias opuestas, pero que reflejan la compleja y, a veces contradictoria, realidad de la diáspora cubana en Estados Unidos.
