Una doctora cubana falleció víctima de la malaria apenas dos semanas después de regresar de misión de Angola. Sus familiares y amigos cercanos acudieron a las redes sociales para calificar la muerte como otro “asesinato” causado por negligencia médica en Cuba.
Yaneidys Barea Gregori, una psicóloga de 40 años y natural del municipio Jesús Menéndez, Las Tunas, decidió visitar la isla el 20 de junio con su hermana, radicada en Uruguay, para darle una sorpresa a su madre. Después de unos días en familia, el 4 de julio, la doctora falleció de un paro cardiaco producido un fallo múltiple de órganos.
La muerte temprana de la profesional sanitaria se dio, según sus familiares y amigos, debido a que los exámenes de sangre que le realizaron en el policlínico Mario Pozo para descartar el paludismo (como corresponde en médicos de misión en África) nunca llegaron a su destino ni fueron analizados. Estos exámenes son conocidos como “la Gota Gruesa”.
“La salud gratis ha cobrado más vidas últimamente de las que se ha tragado [la peligrosa ruta migratoria de] El Darién o el mar. La salud gratis ayer se llevó una vida; ayer la salud gratis dejó sin consuelo a una madre, dejó con el corazón partido a una hermana y dejó incompleta a una familia”, denunció en Facebook una amiga de la familia, Juli Elena Jareno.
Jareno informó que ninguna autoridad sanitaria ha sido responsabilizada por la muerte de su amiga. “Nadie es culpable ahora de que los exámenes de sangre fundamentales que le fueron hechos para descartar la enfermedad de la que al final falleció Yaneidys Barea Gregori no hayan llegado a su destino para ser analizados con prontitud y haber podido actuar de forma temprana”, escribió.
“De esto dependió su vida, de unos análisis de sangre que no fueron tratados ni analizados a tiempo. Recibió atención médica, pero ya se había actuado de manera tardía. Ayer leí protocolos de salud para tratar la malaria y es fundamental la urgencia de los análisis de sangre que corresponden, para saber qué tipo de plasmodium es y con qué medicamentos es mejor tratarlo para salvar una vida”.
En su post, que fue compartido por la hermana de la fallecida, Jareno culpa de la muerte prematura de Yaneidys a “las pocas ganas, la falta de gestión, el poco profesionalismo, la conformidad y la mediocridad del sistema de salud pública de este país”.
“Yo sí culpo. Culpo al sistema decadente y deplorable, y a todo aquel que lo apoya y es cómplice del mismo. Este sistema sigue engullendo vidas como un agujero negro que no halla saciedad”, zanjó.
Cinco días después de llegar a Cuba, la doctora comenzó a presentar los síntomas: fiebre, dolores musculares, náuseas, que en los días posteriores se fueron haciendo más fuertes, “y aun los resultados de los análisis no estaban”. Según Jareno, los médicos descartaron la malaria, debido a la alta incidencia de dengue y fiebre oropouche en el municipio.
El 1 de julio, la doctora fue ingresada en la sala donde se atienden los casos de dengue “y el cuidado estuvo a cargo de su tío, quien es enfermero de ese hospital, porque ese día no hubo cuidado de ningún médico”, explicó Jareno. No fue hasta el día siguiente que se percataron de que los análisis nunca fueron enviados para su evaluación.
“Deciden entonces remitir a Yaneidys para el Hospital Provincial en Las Tunas, debido a su seria sintomatología. Estuvieron esperando por la ambulancia desde la 1 pm hasta las 6 pm de la tarde, mientras Yaneidys empeoraba y sus síntomas eran totalmente visibles. Allí, una vez más aún en su estado, fue víctima del desinterés, siendo prácticamente ignorada por el equipo médico de guardia”.
La doctora fue trasladada hacia la sala de infecciones con dolores fuertes, fiebre alta, falta de aire y un abdomen visiblemente inflamado. Nunca se le administró ningún medicamento para combatir la malaria, pues aún se desconocía su diagnóstico. “Ya era demasiado tarde. La enfermedad había comprometido sus órganos haciendo que los mismos fallaran, provocando luego un paro cardíaco que le causó la muerte”, contó Jareno.
“Yaneidys Barea Gregori salió de Cuba con destino Angola donde se había establecido, abandonó su país para darle una vida mejor a su familia y para tener un mejor futuro en todos los ámbitos, después de un 1 año y 8 meses regresa a casa con el único objetivo de estar con los suyos y abrazar a su madre y seres queridos, ni ella misma sospecharía que sería su último viaje, que serían sus últimos abrazos, sus últimas fotos familiares”.





