La revista musical más farandulera de la televisión cubana, 23 y M, llega este año a su aniversario 25 y se mantiene en la preferencia de amplios sectores de los televidentes de la isla, pese a que desde hace años dejó de ser transmitida en vivo.
Conducido por la actriz Edith Massola, el programa se adaptó para sobrevivir al cambio y sorprender cada sábado, incluso en los momentos más duros de la pandemia de COVID-19.
Massola, quien ahora también dirige el espacio televisivo no solo se las arregla para contar siempre con la presencia de algunos de los mejores músicos y artistas de la isla, sino que consigue establecer en sus entrevistas con los invitados un ambiente familiar, cercano y festivo, que resulta del agrado de la mayoría de los televidentes.
Esa línea estética de cercanía funciona aún en momentos de redes sociales, de YouTube, Instagram y Facebook, donde los artistas se relacionan directamente con sus seguidores, sin censuras ni mediadores.
La televisión en vivo en Cuba murió de miedo, pero el colectivo de 23 y M se las ingenió para seguir aparentando el dinamismo, el aire casual que caracteriza a ese tipo de producciones.
El programa que lleva el nombre de una de las esquinas más céntricas de La Habana ha sabido navegar las sospechas de quienes toman las decisiones en el Instituto Cubano de Radio y Televisión —o más arriba—, al tiempo que lidia con la huida masiva del talento artístico de la isla, un fenómeno mucho más complejo de sortear para un espacio televisivo que se alimenta principalmente de farándula.
Edith Massola también ha sufrido la migración en su propia familia, pero cada sábado sigue regalando sus sonrisas a los televidentes, a quienes trata como vecinos e invita a entrar en su sala junto a lo que más vale y brilla de la cultura cubana.
