La candela está encendida -y no precisamente en un escenario musical- tras el último encontronazo digital entre la influencer cubana Yessy World y la cantante La Diosa. Un nuevo capítulo en la telenovela infinita del entretenimiento criollo se desarrolló esta semana, cuando Yessy acusó públicamente a La Diosa de utilizar su imagen sin permiso para promocionar un concierto. El video de reclamo, cargado de palabras sin filtro y con una advertencia legal de por medio, corrió como pólvora por redes como Facebook e Instagram, principales trincheras del chisme entre la diáspora cubana.
“Te deseo éxito, maravilloso, pero para la próxima […] yo no te he dado autorización para eso”, soltó Yessy World en un clip donde dejó claro que su imagen “cuesta” y no está al servicio de quien quiera usarla. Lo que vino después no fue un silencio diplomático, sino una respuesta enérgica por parte de La Diosa: “Tú llevas años utilizando mi imagen y yo tampoco te he dado autorización, pendej*. Dale, haz lo que tengas que hacer”.
Este cruce de dardos, más propio de una esquina caliente en Centro Habana que de dos figuras públicas con miles de seguidores, ha dividido opiniones en los perfiles digitales de ambas. Mientras algunos seguidores aplauden la valentía de Yessy por plantarse ante lo que considera un abuso de derechos, otros defienden a La Diosa como una artista que simplemente respondió fuego con fuego.
Detrás del espectáculo mediático hay un concepto clave que conviene entender: el derecho a la propia imagen. Este principio legal, reconocido en muchas legislaciones, protege a las personas frente al uso no consentido de su imagen con fines comerciales o difamatorios.
En el contexto cubano y de la diáspora, donde la reputación se construye (y se destruye) a golpe de post, este tipo de reclamaciones tiene un peso cada vez mayor. No es raro ver figuras públicas buscando asesoría legal, sobre todo cuando sienten que su marca personal está en juego.
Lea más: ¡Sorpresa total! La Diosa dispara rumores de embarazo de Claudia Artiles
Yessy, quien se ha forjado una presencia sólida como influencer entre los cubanos en Miami y otras ciudades, parece tener claro ese punto. Su tono fue directo: “Estás advertida […] porque tú tienes que pagarme a mí por eso”. Aunque por ahora no hay confirmación de una demanda formal, su mensaje deja entrever que no se quedará de brazos cruzados.
Lejos de recular, La Diosa respondió con la misma energía que la caracteriza. Aseguró que ya no volverá a mencionar a Yessy en sus plataformas y cerró con una frase lapidaria: “Digas lo que digas”. Sin embargo, si algo ha enseñado la historia reciente de las redes cubanas es que este tipo de conflictos rara vez se apagan con una sola declaración. Por el contrario, muchas veces terminan alimentando más visualizaciones, comentarios y hasta merchandising improvisado.
Este altercado no es aislado. Las broncas entre influencers, cantantes y figuras públicas del universo cubano son casi un subgénero del entretenimiento digital. En un contexto donde el acceso a la farándula internacional puede ser limitado, especialmente dentro de Cuba, los cubanos consumen con avidez cualquier enfrentamiento que involucre a figuras conocidas.
En medio del rifirrafe, no faltan quienes se preguntan si todo esto es parte de una estrategia para ganar visibilidad antes de futuros proyectos. Aunque no hay pruebas de ello, lo cierto es que el interés que generan estas batallas digitales revela algo más profundo: el deseo de los cubanos -en la isla y el exilio- de seguir conectados, aunque sea a través del escándalo.





