Turista ruso compara a Cuba con la URSS y afirma que los cubanos solo piensan en irse

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La experiencia de un empleado de la petrolera estatal rusa Rosneft en su visita turística a Cuba ha desatado una avalancha de comentarios, no tanto por la promoción del destino, sino por las duras comparaciones con la extinta Unión Soviética. El visitante, que disfrutó de un bono vacacional casi gratuito como parte de los acuerdos de colaboración entre Rusia y Cuba, describió la Isla como un paraíso para turistas, pero un infierno para los locales.

Según sus declaraciones al medio ruso 76, Cuba es «una Unión Soviética tropical».

“Viejos coches soviéticos, estanterías vacías, racionamiento de alimentos… Todo me recordó a la URSS, pero con clima cálido y playas paradisíacas”, relató. Sin embargo, agregó que los contrastes son impactantes: mientras los turistas disfrutan de langostas y quesos en abundancia, los cubanos hacen largas colas por productos básicos y sobreviven con salarios irrisorios.

Un contraste abrumador

El trabajador de Rosneft describió su estancia como una mezcla de disfrute y desconcierto. Mientras paseaba por las calles de La Habana y Varadero, observó cómo los cubanos se esfuerzan por sobrevivir en un sistema que, según él, empuja a muchos a la ilegalidad. «Todo el mundo vende lo que puede: souvenirs, drogas, incluso servicios de prostitución. Todo esto ocurre en un mercado negro, ya que el turismo en Cuba pertenece al Estado», señaló.

El turista también destacó la prohibición de fotografiar los supermercados en dólares, donde «los turistas pueden comprar casi de todo», mientras que los locales enfrentan estanterías vacías y restricciones económicas. Además, probó alimentos exóticos, algunos prohibidos para los cubanos, como carne de tortuga y cocodrilo. “La carne de caguama es algo entre cordero y ternera. El cocodrilo sabe bien, una mezcla entre pollo y pescado”, comentó con naturalidad, ignorando el impacto ambiental y legal de estas prácticas.

El sueño de escapar

A pesar de destacar la hospitalidad y alegría de los cubanos, el visitante fue tajante al afirmar que el principal deseo de los locales es abandonar la Isla. «Es muy difícil vivir allí. Los lugareños ganan dinero sirviendo a los turistas o recurriendo al mercado negro. Muchos de ellos ven el turismo como su única salida económica”, dijo.

Aunque su experiencia personal estuvo plagada de contrastes, el turista concluyó con una advertencia: «Cuba es un destino caro si vas por tu cuenta, pero ideal si tienes un paquete como el nuestro. Es un lugar hermoso, pero para los lugareños, la vida allí es otra historia».

Esta comparación con la URSS resuena como un eco del pasado, un recordatorio incómodo de las alianzas que alguna vez definieron las políticas de ambos países y que hoy persisten en un escenario lleno de desigualdades y tensiones económicas.

El deseo de emigrar se ha convertido en una constante entre los cubanos, impulsados por la crisis económica, la falta de libertades y la represión política en la isla.

Según cifras oficiales, tan solo a los EE.UU., desde el 2022, han llegado más de 850.000 cubanos, en lo que se considera el mayor éxodo en la historia de Cuba. Ha sido tan abrumador el número, que el Departamento de Estado de EE. UU. excluyó a Cuba del Programa de Visas de Diversidad para 2026, debido al elevado número de emigrantes cubanos que han llegado al país en los últimos años.

La emigración no solo afecta a la población general, sino también a sectores clave como la salud y la educación. La fuga de profesionales ha debilitado estos pilares fundamentales, generando una escasez de personal cualificado en hospitales y escuelas.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), publicados recientemente, más de 13.000 médicos y un total de 32.586 trabajadores del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) han abandonado sus puestos, y no pocos de ellos – el estudio no puede precisar cuántos, se han largado de la isla. Esta cifra representa un aumento respecto a las deserciones de 2022, cuando 31.308 personas abandonaron el sistema. Además de los médicos, el personal de enfermería, estomatología y tecnólogos también disminuyó considerablemente.

Actualmente, hay un promedio de 127 habitantes por médico en la Isla, frente a los 113 reportados en 2022. También se redujo el número de camas disponibles, con 3.369 menos que el año anterior. A pesar de esta crisis interna, el régimen cubano continúa exportando médicos como parte de acuerdos internacionales.

El descalabro ha sido reconocido por el propio canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien en abril del 2022, admitió que muchos jóvenes desean emigrar o residir por períodos prolongados en Estados Unidos, reflejando la falta de oportunidades y perspectivas en el país.

La represión política también ha forzado a activistas y periodistas a abandonar la isla. Un caso reciente es el del activista humanitario José Luis Tan Estrada, quien fue detenido y posteriormente «orientado» a irse del país, evidenciando las tácticas del régimen para silenciar voces disidentes.

Este éxodo masivo está provocando un «vaciamiento demográfico» en Cuba, con una disminución significativa de la población y una pérdida considerable de fuerza laboral, sin señales de mejora a corto plazo.

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