El director de teatro y titiritero cubano Orlando Barthelemy Rojas, quien durante décadas hizo soñar a los niños de Santiago de Cuba con sus marionetas y su voz cargada de ternura, atraviesa hoy uno de los capítulos más duros de su vida.
Lejos de los aplausos y las luces del teatro Guiñol Santiago, Barthelemy Rojas sobrevive sin agua potable, sin electricidad y sin siquiera un colchón donde descansar. El actor, ícono del teatro infantil en Cuba, vive en condiciones que estremecen a cualquiera con memoria y sensibilidad.
La denuncia fue publicada este 1 de julio por el escritor independiente y creador de contenido Yasser Sosa Tamayo, quien lo visitó y compartió un testimonio descarnado en redes sociales. Allí, Sosa relató el impacto de encontrar a Barthelemy totalmente solo, sin alimentos cocinados, respirando humedad en una casa sin ventilación y durmiendo sobre el piso.
“Orlando no vive. Sobrevive a mordidas de miseria. En un cuartucho oscuro donde ni una bombilla lo acompaña, sin agua potable, sin comida caliente, sin colchón”, describió. No hay familiares que lo acompañen. No hay respaldo institucional. Solo la memoria de una vida entera dedicada al arte.
Durante años, Barthelemy fue una de esas figuras que se plantaban frente al retablo de títeres con una entrega absoluta. Su paso por el teatro Guiñol Santiago marcó a generaciones de artistas y de espectadores. Muchos en Cuba -y también fuera de ella- recuerdan sus funciones como parte esencial de su infancia.
Pero hoy, ese legado parece no haber alcanzado para garantizarle ni siquiera lo básico. Yasser Sosa, conmovido por lo que vio, logró hacerle llegar una ayuda económica que, según contó, fue recibida por Barthelemy con un agradecimiento que dolía más que las palabras: agradeció no el dinero, sino el gesto humano, la visita, la memoria viva de que alguna vez importó.
Las redes sociales estallaron tras la publicación. Muchos usuarios expresaron indignación y tristeza, pero también impotencia. Lo que más se repite en los comentarios es la certeza de que Barthelemy no es un caso aislado, sino parte de una cadena de desamparo que afecta a creadores mayores, retirados, cuyas obras nutrieron la cultura nacional, pero que hoy son invisibles para las instituciones.
“¿Dónde están los que se llenan la boca hablando de cultura?”, preguntó Sosa en su post, dirigiéndose directamente a quienes deberían velar por los artistas cuando las tablas ya no los sostienen. El reclamo no es solo por Barthelemy, sino por todos los que dedicaron su existencia a enriquecer el espíritu de la Isla y ahora viven en la penumbra.
Orlando Bartelemy aparece mencionado en la enciclopedia cubana Ecured como uno de los grandes directores de Guiñol Santiago que “han contribuido a fomentar una práctica teatral dirigida a niños y a jóvenes espectadores”. Escribió la obra basada en un patakí “Los chichiricú de la charca”, y dirigió “Egbe y Echú”, sobre una obra de Ana María de Agüero.