El debate en torno al tuit de Ramonet, pone en evidencia las tensiones entre aquellos que ven en la ayuda rusa una solución temporal y quienes consideran que el problema de fondo radica en el propio sistema político de la isla.
Las declaraciones de Canel sobre la situación de gravedad con el fluido eléctrico escapan a toda lógica incluso llegan a superar su defendida fórmula de la limonada.
La entrevista entre Ignacio Ramonet y Miguel Díaz-Canel, más que una exploración crítica de los desafíos y políticas del gobierno cubano, se presenta como un acto de propaganda descarada. Las preguntas suaves y las respuestas sin oposición refuerzan la narrativa oficial sin ofrecer espacio para el disenso o la verdad. La respuesta de críticos como José Raúl Gallego subraya la creciente desconfianza en las intenciones de Ramonet y pone de relieve la necesidad de un periodismo independiente y valiente que ponga en jaque al poder y no se someta a él.
La mujer que se define en su perfil de Facebook como "patriota, revolucionaria y ecologista, defendiendo siempre las causas justas y la verdad", y que cerró su definición con un "Hasta la Victoria Siempre", hizo "méritos" en defensa del horroricidio arquitectónico alegando que (a Ramonet) "si no le gusta, qué pena, porque ahí está, y estará", además de que "es algo novedoso para Cuba y lo amaremos".