La muerte de Milagros no fue inevitable. Fue una consecuencia directa de la desprotección en la que viven muchas mujeres en Cuba. Y mientras eso no cambie, el “empoderamiento” del que habla el Estado seguirá siendo un eslogan vacío.
Solo la condena pública, ya sea a través de medios independientes y/o las redes sociales, les ha dado un poco de justicia a algunas víctimas (no a todas) porque la Revolución, en lo que más está interesada está, es en que la churre no salga de debajo de la alfombra.
Aunque pesa sobre Bécquer una condena de 5 años, el trovador ha sido captado en numerosas ocasiones, desplazándose a sus anchas por las calles de La Habana. Incluso ha sido visto en eventos culturales, escenarios donde suele abordar a sus víctimas.