La confirmación del portazo no tardó en llegar por la vía periodística. Medios independientes informaron que las autoridades culturales prohibieron la gala en FAC para homenajear a Celia por sus cien años, un acto que tenía respaldo artístico y sentido histórico, y cuya cancelación desnuda la continuidad de una práctica que el país finge haber superado: la del llamado Quinquenio Gris.
Por ahora, lo único verificable es que la trabajadora retiró sus señalamientos y pidió disculpas de forma pública. Falta por conocer si el atraso salarial que dio origen al conflicto ya fue resuelto para ella y el resto de los empleados, y si la entidad ofrecerá detalles sobre las medidas adoptadas.
La cineasta denunció que "es contraproducente, hablando en términos éticos, económicos y de recursos humanos, tener tanto tiempo a una directora y a un equipo trabajando en un proyecto que tuvo su plan de realización y postprodución, si no existe una otra causa que desconozca".
La censura, la demora en informar y el silencio de los medios estatales en la isla, dejan espacio a veces a estos errores, cuando la información primaria es escasa y fragmentada. Lo curioso es que luego el mismo aparato que genera la desconfianza se aprovecha de ella para reforzar su discurso de desacreditación a medios y activistas que ejercen una labor informativa primordial en medio de la censura y el totalitarismo.
Para el régimen cubano, la prioridad no es la transparencia ni el derecho a la información del pueblo, sino la fidelidad ideológica a su benefactor euroasiático. Y si eso implica callar sobre muertes dudosas, purgas políticas y misteriosos “suicidios” en rascacielos moscovitas, que así sea.
A pesar de que la gente lo suele reconocer en la calle o por nombre, lo cierto es que la mayoría no tiene acceso a sus novelas de primera mano y no logra identificar al autor
Ulises Toirac cumple 62 años y lo celebra con una reflexión llena de humor, crítica social y amor por La Habana. “Otro cumple que no me regalan el dichoso yate”, dice.
Todos, usan la ironía, el testimonio, el arte, la fotografía o la poesía para retratar lo que el noticiero no dice. Sus muros personales se han convertido en trincheras de autenticidad, en un país donde fingir cuesta menos que hablar claro.
Fernández de Cossío, con su traje bien planchado y tono pausado, retrató una Cuba que solo existe en los editoriales del Granma: culta, informada, activa, sin prejuicios, y con una ciudadanía que no es reprimida ni vigilada. Una isla de fantasía. Un holograma ideológico.
El libro, disponible en Amazon, va más allá del testimonio personal. Es un repaso cronológico a los delirios del castrismo, desde la Operación Peter Pan hasta los experimentos fallidos de ingeniería genética con vacas y conejos. “Yo necesitaba contarle al mundo lo que no se ha contado. Que se entienda que la alfabetización no fue una hazaña, sino un proceso masivo de adoctrinamiento. Que a los niños se les usó como carne de cañón en el Escambray para crear mártires”, afirma.
No son pocos los comediantes cubanos que han encontrado en las redes sociales su espacio, sobre todo huyendo de la censura que ha alejado a muchos del set de la televisión cubana o de los grandes escenarios en la isla.
El internauta Edmundo Dantés Jr., en una reflexión publicada en Facebook, expresó lo que muchos piensan: “¿Por qué no están todos los periodistas de Holguín en Rafael Freyre cubriendo la noticia de las explosiones? ¿Por qué el presidente Díaz-Canel, un día entero después, no ha publicado nada sobre este hecho?”. Sus palabras resonaron en cientos de comentarios que apuntan al mismo problema: el silencio institucional y la falta de transparencia.
Se trata de una herramienta que les permitirá a los cubanos esquivar la represión y conectarse libremente, destacando el compromiso continuo de Salazar con la lucha por la libertad y los derechos humanos en Cuba.