En un país donde los hechos duelen pero el discurso oficial parece vivir en otra dimensión, el combate de los relatos se ha vuelto un ruido permanente. No es solo propaganda; es una disputa por nombrar la realidad. Y en Cuba, nombrar la realidad se ha convertido en un acto político.
La figura de Díaz-Canel, que nunca llegó a despertar entusiasmo genuino, parece ahora el punto de convergencia del hartazgo. La torpeza de su respuesta a la anciana no es una anécdota, sino un símbolo: en la Cuba del 2025, el poder habla sin escuchar y pretende empatía con discursos mientras el pueblo exige hechos.
Una imagen que ha recorrido Twitter, Facebook y hasta WhatsApp muestra a Prieto aparentemente rendido ante el peso de su jornada, inclinando su cabeza sobre la mesa con los ojos cerrados, mientras otros a su alrededor lucen más atentos… o al menos mejor preparados para las cámaras.
¿"Conversará" Alpidio Alonso con las cubanas presuntamente abusadas por Fernando Bécquer, tal y como hizo OBLIGADO POR LAS CIRCUNSTANCIAS, con la colombiana Paula Andrea...