Si el mandatario cubano Miguel Mario Díaz-Canel quiere hacer una «limpieza» y mejorar la imagen de su (des)gobierno de cara al mundo, bien pudiera, ahora mismo, quitarle el Twitter a Abel Prieto, o mandarlo de cabeza a un psiquiatra.
Que el poder corrompe es cierto. Que la vejez afecta los sentidos, también. Ambas cosas se confirman en este hombre -Abel Prieto- que de la lucidez e irreverencia que mostraba en sus días gloriosos de estudiante en la Facultad de Artes y Letras en la Universidad de La Habana, donde se enfrentaba a todos y cada uno de los que le juzgaban por contrarrevolucionario debido a su pelo largo y preferencia por el rock, ya no queda nada. Abel Prieto ha degenerado tanto, se ha corrompido tanto, y se ha puesto tan en el extremo izquierdo de todo análisis socio-político, que ya no lo salva nadie. A no ser un psiquiatra.
Sus torpezas en Twitter son constantes. Al parecer su amo -ya se conoce la devoción que él tiene por Díaz-Canel- le ha pedido que «oriente» en esa red social, y Abel Prieto a menudo se baja cada tuits, que más que orientadores, lo que dan es pena. Vergüenza.
Uno de estos lo soltó hace muy poquito, y como si estuviese dirigiéndose a una tropa de descerebrados, de golpe y porrazo se olvidó de la historia, y cientos de años que separan el esclavismo -como sistema- de este siglo XXI.
Criticar a Yotuel Romero por marchar en Madrid «junto a exclavistas» -al referirse a Rocío Monasterio (más bien a sus ancestros)- es tan torpe como decir que Fidel Castro nunca debió tener una novia alemana, porque alemán era Adolf Hitler.
«Yotuel marchó en Madrid por la libertad del pueblo cubano junto a una figura de Vox, cuya familia tuvo al parecer ingenios y esclavos en Cuba», escribió en Twitter el exministro de Cultura, exmano derecha de Raúl Castro, y actualmente rebajado al triste -pero importante- papel de Director de la Casa de las Américas.
El tuit de Abel Prieto confirma su degeneración mental. En buena medida porque confirma una vieja crítica: la de achacar a «los hijos» la culpa de sus padres.
Ninguna influencia tuvo Rocío Monasterio en el pasado esclavista de sus ancestros.
La presidenta de Vox en la comunidad de Madrid participó en la manifestación del domingo 25 de julio junto a otras miles de personas, en su mayoría cubanos, que exigían libertad para el pueblo cubano, pero al peludo Abel Prieto parece interesarle más la presencia de la Monasterio, que lo que se dijo en la marcha.
Igual le sucedió a los medios españoles, que lejos de ofrecer una panorámica más exacta de lo sucedido y reclamado ese día, se lanzaron tras la Monasterio y Yotuel, apenas estos se bajaron de una improvisada tarima en la Plaza del Sol, cuando debieron preguntarle más a los cubanos, allí presentes, por qué estaban.
Tanto unos como otros -medios españoles y Abel Prieto- parecen estar más centrados en las celebrities y lo que dicen, que en la voz que emana del pueblo.
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El distanciamiento que Abel Prieto ha logrado a lo largo de los años con «su gente» es tal, que a duras penas -dicen sus más cercanos- un par de viejos amigos le toleran sus más recientes declaraciones. Entre ellos se comenta que Abel Prieto «ya no es el Abel que era», aunque advierten que resultó «predecible», pues cuando fue Ministro de Cultura en lugar de representar a los artistas ante el gobierno lo que hizo fue todo lo contrario.
Criterios de amigos aparte, que en esta caso bien que valen porque conocen muy bien a Abel, la verdad es una: Abel Prieto parece haber perdido el olfato y el rumbo.
Prueba de ello es esta tuit «crítico» y racista hacia Yotuel. Sin dudas un análisis reduccionista de la historia, y un legado traído demasiado por los pelos, aunque útil -no lo duden- para convencer a cierto sector de la tropa oficialista que, ya lo sabemos, han vivido 62 años engañados, a bases de paupérrimas ideas como esta, que ahora acaba de soltar Abel Prieto.
