La frase “tolerancia cero” aparece siempre en mayúsculas, pero en la práctica el químico sigue suelto. Entran unos al sistema penitenciario, otros entran al negocio. Y el ciclo sigue. El problema no es solo de criminalidad. Es social, cultural, económico. Y se está normalizando.
Solo cuando Díaz-Canel asomó la cabeza, cuando la ministra estaba siendo empujada, no "por la mafia de Miami", sino por la indignación nacional a presentar su renuncia, cuando el árbol ya estaba prácticamente derribado, entonces Raúl Torres apareció, piadoso, compungido, y publicó un panfleto supuestamente analítico donde nos explica —a nosotros, los pobres mortales que denunciamos libremente, sin restricciones de datos por parte de una compañía telefónica, y sin miedo a que lo que digamos en Facebook nos pueda servir como prueba para diez años de cárcel— que todo fue un linchamiento digital orquestado desde Miami, la CIA y los youtubers de la USAID.
Las imágenes, difundidas en redes sociales, muestran cómo un grupo de personas inmoviliza al supuesto delincuente mientras se escuchan gritos de indignación y comentarios de apoyo a la acción ciudadana.
Melissa no es la primera ni la única. Este nuevo feminicidio ocurre en un contexto donde el número de mujeres asesinadas en Cuba sigue aumentando sin que exista una ley integral contra la violencia de género ni mecanismos efectivos de protección. Desde la sociedad civil y organizaciones feministas independientes se ha venido denunciando, una y otra vez, la inacción institucional, el ocultamiento estadístico y el desinterés sistemático del Estado frente a esta emergencia social.
El caso cubano expone un contraste alarmante: mientras se exportan médicos como bandera de solidaridad internacional, dentro de Cuba la población enfrenta una escasez dramática de medicinas y servicios básicos. El endurecimiento de las sanciones por parte de Estados Unidos agrava una crisis que no se resolverá sin un cambio profundo en la estrategia de ambos lados. Sin medicinas en el territorio nacional, el prestigio global del sistema sanitario cubano suena cada vez más hueco, y la salud de millones está en juego.
La creciente inseguridad ciudadana en Cuba, en medio de una crisis económica, institucional y social, está empujando a la población más joven a protagonizar y a la vez sufrir las consecuencias más graves de un país sin ley efectiva.
Miles de cubanos en Estados Unidos viven con el temor constante a ser detenidos y deportados, sobre todo tras el endurecimiento de políticas migratorias y la incertidumbre legal en la que se encuentran quienes llegaron por vías como el parole humanitario o la frontera sur. Mientras algunos esperan una resolución migratoria, otros se preguntan con urgencia: ¿hacia dónde podrían irse si los sacan de Estados Unidos o si deciden irse antes de que eso pase?
Este hallazgo, aunque pueda parecer trivial, demuestra cómo incluso los eventos cotidianos, como el vómito, pueden convertirse en ventanas fascinantes hacia el pasado remoto de la Tierra.
La película "Wicked" ha logrado resonar tanto con los fanáticos de larga data como con nuevos espectadores, consolidando su lugar en el panorama cultural actual.
La lucha de El Taiger contra sus demonios, vistos como las adicciones y su vida expuesta a través de las redes sociales, lo humanizan ante su público, quienes ven en él no solo a un músico, sino a un reflejo de sus propias batallas internas y colectivas. Sin embargo, su trayectoria también pone de manifiesto las limitaciones del entorno que lo rodea, donde el éxito puede ser efímero y las expectativas, a menudo, insostenibles.
la popularidad del sándwich cubano se ha extendido más allá de las competencias y de las ciudades de Tampa y Miami. Muchos creen que la comunidad cubana en Miami fue la responsable de hacerlo famoso en los Estados Unidos, llevando este plato a menús de restaurantes y cafeterías por todo el país, y eso es lo que realmente vale: es el plato de la cocina cubana más famoso en los EE.UU. por encima de cualquier otro.