Cuba celebra el centenario del reconocido artista Luis Carbonell, conocido como el Acuarelista de la poesía antillana, quien falleció hace nueve años y nació un 26 de julio de 1923. A pesar de su partida, el pueblo cubano ampliamente admira su legado, manteniendo dentro de se imaginario frases tan icónicas como “O fuló, esa negra fuló”.
Diversas instituciones del sistema de la cultura y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) han organizado actividades conmemorativas en homenaje a su trayectoria artística. Recientemente, en la sede de la Uneac, personalidades como Miguel Barnet, Pedro de la Hoz y Nicolás Hernández Guillén compartieron reflexiones sobre la vida y obra de este extraordinario declamador y artista cubano.
Luis Carbonell, nacido en Santiago de Cuba, mostró desde joven un gran amor por el arte de recitar y la música. Su talento recibió reconocimiento en todo el oriente de la isla, lo que lo llevó a La Habana y, posteriormente, a Nueva York, donde impresionó a figuras destacadas de la música cubana como Esther Borja y Ernesto Lecuona, quien lo elogió como un «genio de la poesía negra».
En 1948, formó parte del espectáculo en el Teatro Hispano de la artista puertorriqueña más importante en esos momentos en Norteamérica: Diosa Costello. Durante ese mismo año ofreció su recital «Poesía afroantillana» en el prestigioso Carnegie Hall, donde resaltó la esencia de la poesía cubana y afroantillana. Su estilo único y su virtuosismo declamatorio le granjearon el reconocimiento de la crítica y del público.
A lo largo de su carrera, Luis Carbonell compartió su arte y talento en diferentes países y escenarios, siendo un embajador de la cultura cubana. En el 2003, recibió prestigiosos premios, como el Premio Nacional del Humor y el Premio Nacional de Música.
A pesar de los años y su partida, la memoria colectiva cubana mantiene vivo su legado. Luis Carbonell fue un artista exigente consigo mismo y tenía una inquebrantable vocación para la enseñanza, asesorando a importantes cantantes cubanos. Su humildad y amor por el arte lo acompañaron hasta sus últimos días, y su ausencia dejó un vacío difícil de llenar.
El 14 de mayo de 2014, a los 90 años, Luis Carbonell falleció en La Habana y sus restos descansan en el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, junto a otras renombradas figuras de la cultura cubana. Su voz, sus versos y su carismática personalidad siguen siendo recordados y admirados.
