El cantautor Raúl Torres reapareció en Facebook con un texto confesional y una selfie de espejo que ya corre como pólvora.
Bajo su último – por ahora – alias, “AlmaCandil Raulito Torres”, anunció que ha vuelto al gimnasio, no —dice— para “esculpir músculos”, sino para domar el cansancio y “apretarle las tuercas al alma”, que no se le afloje “en los viajes largos”. Y con esa chispa tituló su regreso a las pesas.
El juego de palabras a lo cubano se lo hemos agregado nosotros porque resulta obvio: alma… ¡naque!
En su post, Torres presenta el entrenamiento como una terapia: hay que ejercitar “el viejo tambor” del pecho para que aguante otro coro; sudar la nostalgia, estirar los versos hasta que suenen limpios; enderezar la espalda “para la carga” y dejar el alma lista “para el canto”. Remata con promesa: un día llegará con más aire en los pulmones y una canción nueva en la garganta, “la misma de siempre, pero con el músculo más fuerte”.

La foto que acompaña el texto refuerza el mood de estreno. Aparece sentado frente al espejo, gorra gris, camiseta beige y un combo que encendió la sección de comentarios: shorts caqui sobre licra multicolor —la famosa “licra guarabiá”, como ya la bautizaron— y el móvil en rojo encendido. Pose relajada, piernas cruzadas y un encuadre de vestidor que parece más “antes/después” que rutina sudada.
Las reacciones en el post publicado por el internauta Edmundo Dantés Jr., han sido un gimnasio aparte.
Entre los que celebran el propósito saludable y piden “videos del progreso”, abundan las bromas con el look y la prosa: que si “poesía de UJC hasta en la elíptica”, que si “el ejercicio más urgente es el mental”, que si “no aguanta una cuclilla”, que “esperemos no salga otra necrobalada si se cae (muere) un entrenador”. También hubo quien le soltó un “mente sana en cuerpo sano” y quien, a su manera, agradeció que al menos la vuelta al gym inspire canciones menos fúnebres.
Más allá de la guasa, el post tocó un nervio: el de la autoayuda en tiempos de apagones, colas y cansancio colectivo. Torres, que suele vivir entre la música y la controversia, convierte la sala de máquinas en metáfora de ajuste interno.
¿Le alcanzará el press de banca para “apretar las tuercas” del alma y, de paso, de su repertorio? Por lo pronto, ya ganó su primer récord personal: poner a medio Facebook (en un perfil ajeno al suyo) a discutir sobre barras, versos y licras.





