En una muestra de «eficiencia» que sorprende por lo poco habitual, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Cienfuegos logró resolver, en cuestión de horas, un robo con fuerza cometido a 16 kilómetros de la ciudad, en la playa de Rancho Luna.
La historia parece salida de un guion de ficción: la madrugada del 17 de junio, individuos entraron en un taller de la cooperativa Mártires de Barbados y se llevaron una computadora, una planta eléctrica y una moto. Lo que sigue, es aún más sorprendente: en un abrir y cerrar de ojos, la PNR recuperó parte de los objetos robados, a la vez que detuvo a los presuntos responsables. Y todo esto en cuestión de unas pocas horas.
Vale, ayudemos un poco a la PNR de Cienfuegos: esta cooperativa está par de kilómetros antes de llegar a la playa. Digamos que no fue tan lejos de la ciudad; que no fue a 16 kilómetros, que fue a… digamos, 14.
Eso sí, el caso fue tan rápido que casi da la impresión de que la policía local, acostumbrada a no resolver ni la mitad de los casos en los que se les involucra, tuvo suerte. Porque, sinceramente, lo que aquí parece haber jugado a su favor no es una demostrada eficiencia en su trabajo, sino simplemente un poco de azar.
El robo en Rancho Luna no tiene nada de especial en cuanto a modus operandi, ni en cuanto a la complejidad del caso. Sin embargo, lo que parece ser un pequeño triunfo para la PNR de Cienfuegos en realidad deja más preguntas que respuestas. Si realmente se tratara de una muestra de eficiencia, ¿por qué otros casos siguen durmiendo el sueño de los justos? ¿Por qué, por ejemplo, el doble asesinato ocurrido en mayo del pasado año sigue sin resolver, sin pistas claras ni avances? Es curioso cómo en este país todo parece ser una cuestión de prioridades y, en muchos casos, de suerte.
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El caso del violador
No menos sorprendente fue el caso del llamado «violador de Cienfuegos», ocurrido exactamente un mes después de que Cruz Hidalgo asesinara a dos personas en el centro de la ciudad y escapara hacia no se sabe aún donde.
El caso de Dunién Hernández, conocido como el violador de Cienfuegos, es un ejemplo claro de la desconcertante ineficiencia de la PNR en la provincia. El hombre estuvo en fuga durante días, aterrorizando a la población con sus abusos. Llegó incluso a estar rodeado por la PNR en una manzana en la barriada de Punta Cotica, pero escapó, dejando claro que la estructura de seguridad de la ciudad estaba tan desorganizada como incompetente.
La población, cansada de la inacción de las autoridades, tomó la iniciativa. Con machetes y palos, los ciudadanos salieron a las calles a buscar al agresor, quienes se mostraron desesperados por la ineficiencia de las fuerzas del orden. Aseguran que se metió en un tunel popular después de haber estado trepado en una mata, en la barriada de Buena Vista, pero aparentemente también escapó de allí pues fue atrapado, horas después, muchos días después de haber cometido las violaciones, en el municipio Aguada de Pasajeros, a las 4:00 a.m. del 7 de junio de 2024, por fuerzas de la Brigada Especial.
Lo que sucedió en Rancho Luna tiene los ingredientes perfectos para alimentar el ego de una fuerza policial que, lamentablemente, no se distingue por ser precisamente la más eficaz. Lo irónico, y hasta doloroso, es que un caso de violación que atemoriza a toda una ciudad tarda días en resolverse, mientras que un robo de menor envergadura se resuelve en cuestión de horas.
¿Qué diferencia existe entre estos casos más allá de la gravedad de los crímenes? ¿Acaso la policía solo sabe «atacar» lo que parece más sencillo y de menor repercusión mediática? La respuesta parece obvia: la ineficiencia no discrimina entre el tipo de delito, pero sí en cómo se aborda según el contexto social y político.
El robo en Rancho Luna
Nada que permita aclarar nuestras dudas sobre la labor de la PNR, el MININT y los investigadores de criminalística queda dicho de manera explícita en la nota publicada por el diario 5 de Septiembre. Ahí solo se dice que la madrugada del robo, los delincuentes irrumpieron en el taller sin mayor dificultad.
Sin embargo, en un movimiento rápido, la policía local pudo realizar un registro domiciliario en San Lázaro, logrando recuperar la computadora y la planta eléctrica en menos de un día. Entre San Lázaro y la Cooperativa hay al menos 14 kilómetros de distancia. Un aplauso para los policías, claro, pero más bien por la suerte de tener la información necesaria, que no se sabe cómo llegó a ellos, y el tiempo adecuado para dar con los responsables.
La solución rápida al robo de Rancho Luna, aunque parece un triunfo, no hace sino resaltar la cruda realidad: si la PNR tuviera un sistema realmente eficiente, los avances serían constantes y no por mera suerte. Pero, lamentablemente, en Cienfuegos, parece que la eficacia es más cuestión de azar que de habilidad. Quizás, si la muerte de Ailen Tartabull y Víctor Manuel Ojeda Alpízar a manos de Adrián Cruz Hidalgo hubiera sucedido en las cercanías de Rancho Luna, tal vez habría tenido la misma suerte… o no.
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