Only in Dade: La I-395 y la Flagler llevan 33 y 14 años remodelándose, respectivamente.

Havana
algo de nubes
21.2 ° C
21.2 °
20.9 °
94 %
1.5kmh
20 %
Sáb
30 °
Dom
30 °
Lun
29 °
Mar
27 °
Mié
25 °

En Miami se ha vuelto un chiste de mal gusto: las obras públicas parecen eternas. Dos de los proyectos más emblemáticos lo confirman. La I-395, iniciada hace 33 años, y la Flagler Street, en remodelación desde hace 14, siguen siendo sinónimo de retrasos, sobrecostos y promesas incumplidas, según un reportaje de Miami Today News.

Lo que comenzó en 1992 como un simple rediseño del puente que conecta el downtown con Watson Island terminó convertido en la obra del Signature Bridge, una estructura que debía estar lista en 2027 y que ahora, tras el más reciente aplazamiento, no verá su fin antes de 2029. Tres décadas y media después de los primeros planos, lo único seguro es la maraña de desvíos, alertas de cierres temporales y un paisaje urbano en constante zozobra para conductores y comerciantes.

La historia de la I-395 está marcada por detenciones, pleitos y vueltas atrás. En 1994, el gobierno federal obligó a suspender el proyecto para evaluar los efectos sobre comunidades de bajos ingresos. Diez años más tarde volvió a retomarse, pero no sin nuevas trabas: grupos de “stakeholders” pasaron tres años decidiendo entre cuatro diseños y terminaron eligiendo el llamado Wishbone Arch, apodado por muchos como la “araña gigante” de 330 pies que hoy se levanta lentamente sobre la ciudad. El costo, estimado en 500 o 600 millones en sus inicios, ya roza los 866 millones de dólares y sigue en ascenso.

La Flagler Street, por su parte, arrastra su propia novela. En 2011 se presentó como un proyecto de “embellecimiento” para devolverle a la arteria histórica del downtown el esplendor perdido. Cafeterías de acera, comercios de calidad y un corredor vibrante era la promesa. Catorce años después, el balance es más modesto: apenas dos bloques al este han sido reabiertos a los autos. El tramo oeste, sin embargo, ni siquiera tiene contratista asignado.

En el camino, la remodelación se rediseñó varias veces y se extendió más allá de cualquier cálculo inicial. Comerciantes locales han tenido que enfrentar cierres prolongados y una clientela esquiva, mientras la ciudad intenta justificar la demora con visiones de un futuro prometedor.

Todavía hay lugares donde una mujer, en tacones, se las vería bien difíciles para poder caminar sin torcerse un tobillo. Otros trabajadores de la zona en construcción dicen que cuando llueven sus zapatos se enfangan. Y si Ud. le pregunta al periodista cubano Alexis Boentes qué fue lo que le dijeron a él cuando hace años hizo un reportaje sobre esto mismo, dirá que ni se acuerda porque… ¡ha pasado tanto tiempo! O bueno, sí: es probable que le hayan dicho que la terminación estaba al cantío de un gallo, lo que es probable que se refirieran a uno de los emblemáticos gallos que adornan la Pequeña Habana y que, si algo los caracteriza, es que no pueden cantar.

El trasfondo de ambos proyectos deja una lección amarga. Los grandes planes urbanísticos suelen justificarse con discursos de modernidad, pero en Miami parecen avanzar al paso de la burocracia. Entre tanto, el downtown padece, los negocios se resienten y la paciencia ciudadana se desgasta. Como escribió Miami Today: no es invento, basta mirar alrededor.

¿Quieres reportar algo?

Envía tu información a: [email protected]

Lo más leído

Quizás te interese

Envíos a CUBA desde → $1.79 x LBENVÍA AQUÍ
+