La escena fue desgarradora: una madre cubana, visiblemente destrozada, pidiendo ayuda pública para salvar a su hijo del abismo. La protagonista del momento fue la madre del reguetonero Yosvanis Sierra, mejor conocido como Chocolate MC. Entre lágrimas, la señora imploró comprensión y asistencia urgente para su hijo, a quien describió como “perdido mentalmente” y en serio peligro.
Se trata de una transmisión en directo que reunió a la madre de Chocolate, quien reside en España, con la hermana del cantante, Isis Sierra Hernández, desde Miami. Con la voz entrecortada, expresó: “Por favor, no es el momento de enjuiciar, mi hijo está mal, mi hijo perdió la mente”. Su rostro reflejaba el peso de una angustia que no puede ocultarse con filtros ni likes.
Para muchos cubanos, dentro y fuera de la isla, la figura de Chocolate MC representa una dualidad constante: el ídolo controversial de los barrios y el artista envuelto en escándalos. Pero lo visto esta semana no fue una polémica más, sino el grito de una madre desesperada, una escena que activó la fibra más sensible de una comunidad habituada a ver a sus ídolos caer.
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En el video, la mujer no solo mostró preocupación por su hijo, sino también por su hija Isis, quien está embarazada: “Temo también por ella y el bebé”, confesó. La mezcla de dolor materno y miedo por el futuro de sus nietos dejó a muchos con un nudo en la garganta.
Las imágenes de Chocolate deambulando por las calles, aparentemente alterado y desorientado, ya eran preocupantes. Pero ver a su madre romper en llanto público le puso rostro y alma a una situación que muchos solo veían como espectáculo.
Mientras su madre lloraba en cámara, Chocolate se dejaba ver en una fiesta, sonriente, con música de fondo y acompañado por su novia de turno, Yelena. En su respuesta, tan inesperada como incómoda, dijo: “Cógelo suave, todo a su tiempo”.
Aunque afirmó no haber visto el video de su madre, sus palabras sonaron a desdén más que a desconocimiento. “Lo que pasa es que tengo una pila de enemigos, tengo la policía detrás, y no quiero teléfono”, justificó, dejando en el aire más preguntas que respuestas.
En el trasfondo de este drama se cuela un tema urgente: la salud mental. En Cuba, donde todavía se asocian los problemas psicológicos con tabúes y estigmas, hablar de “perder la mente” es casi una sentencia social. Para quienes viven en el exterior, como Chocolate, ese discurso toma nuevas dimensiones, especialmente cuando se es una figura pública con acceso a recursos y una audiencia de miles.
La salud mental no distingue pasaporte ni fama. Y en el caso de Chocolate, sus frecuentes ingresos en prisión, sus cambios de comportamiento y su estilo de vida errático alimentan la preocupación tanto de su familia como de sus seguidores. Muchos de ellos han expresado su deseo de que reciba atención profesional, aunque él parezca resistirse.
La reacción en redes fue casi unánime. Comentarios como “La madre llorando y él haciéndose el tanque” o “Ese no merece una lágrima más de esa señora” se multiplicaron en Instagram y TikTok. No es para menos: el contraste entre el dolor genuino de una madre y la actitud despreocupada de su hijo generó un rechazo casi inmediato, incluso entre quienes antes defendían al reguetonero a capa y espada.
Y así, mientras miles de cubanos descargaban sus emociones a golpe de teclado, quedaba flotando una sensación incómoda. Porque más allá de la fama, los conciertos y los likes, hay una familia rota y una madre que, como tantas otras, solo quiere salvar a su hijo de sí mismo.
