En el vibrante escenario del hotel Intercontinental de Doral, Miami, donde los tacones suenan como tambores de guerra y las sonrisas esconden más estrategias que un tablero de ajedrez, una joven se robó todas las miradas: Lina Luaces, la misma Lina que heredó no solo los genes de la legendaria familia Estefan, sino también su magnetismo natural para los reflectores.
Más de veinte beldades con sangre cubana se dieron cita el lunes para competir por el sueño dorado de representar a la Isla en el Miss Universo. Pero entre todas, fue Lina la que llegó como una verdadera estrella pop lista para conquistar la pasarela.
Desde que debutó en 2018, la hija de la siempre carismática Lili Estefan ha ido cosechando logros uno tras otro. Su nombre ha resonado en eventos como el Miami Fashion Week, donde ya había compartido pasarela con diseñadores de renombre. Pero esta vez no se trataba solo de moda: Lina está jugando en ligas mayores, con la mirada fija en una corona que podría reescribir su destino.
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No es poca cosa: Miss Universe Cuba marca el regreso oficial de la Isla al certamen después de más de medio siglo de ausencia. Con una nueva franquicia dirigida por el estilista venezolano Prince Julio César, esta edición busca elegir a una cubana que no solo luzca impecable, sino que lleve con orgullo su herencia.
“Estoy muy emocionada […] Tuve la opción de ser Miss USA o Cuba, y en mi mente ni lo pensé. Siempre Cuba, porque quiero honrar a mi familia y a mis raíces”, confesó Lina con una emoción visible tras bastidores. Quienes la vieron coinciden en lo mismo: hay algo en su forma de caminar, de mirar, de estar, que recuerda a las reinas de antaño. Esa mezcla rara de elegancia y cercanía que enamora a cámaras… y jurados.
Pero no todo es glamour. Detrás de esa sonrisa perfecta, hay disciplina férrea, entrenamiento constante y, según fuentes cercanas, una preparación casi militar en oratoria, pasarela y cultura general. Lina sabe que no basta con ser bella: hay que ser inolvidable. Y parece que va en camino.
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Su historia también tiene ese ingrediente de cuento moderno: una joven con raíces profundamente cubanas que creció entre cámaras, sets de televisión y las enseñanzas de una madre que sabe lo que es brillar frente al público. Pero ahora, es su momento. Y lo está viviendo como toda una protagonista.
El certamen final se celebrará en verano en una gala que promete ser el evento del año en Hialeah. Mientras tanto, Lina ya ha encendido la chispa del interés en redes sociales, donde fanáticos y detractores discuten lo evidente: ¿será ella la próxima gran embajadora de la belleza cubana?





