Liberan a Bryan Hooper Sr. Estuvo encarcelado 27 años por confesión de testigo, en un crimen que él no cometió

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No hay dudas de que el racismo aun presente en nuestras sociedades, le jugó muy sucio a Bryan Hooper

Bryan Hooper Sr., de 54 años, salió del penal de Stillwater la mañana del 4 de septiembre con la condena anulada por el asesinato de Ann Prazniak, una mujer de 77 años hallada muerta en su apartamento de Minneapolis en 1998.

Un juez del condado de Hennepin vació el veredicto al concluir que el caso estuvo “contaminado por pruebas falsas” y que, sin ese testimonio, “el jurado podría haber llegado a una conclusión distinta”. La fiscal del condado, Mary Moriarty, apoyó el pedido de exoneración junto con el Great North Innocence Project, destaca CBS News.

La pieza que hizo girar el expediente fue la confesión de la principal testigo de cargo, que admitió haber mentido en el juicio y asumió la autoría del crimen en una carta y en entrevistas con autoridades.

En notas y documentos aparece como Chalaka Young o Chalaka Lewis —ambas identificaciones refieren a la misma mujer—, actualmente presa en Georgia por una causa no relacionada. La confesión llegó tras años de recursos infructuosos y de retractaciones de otros testigos incentivados. Según los fiscales, sin ese relato hoy desacreditado el caso contra Hooper “se derrumba”, indica Star Tribune.

El trasfondo del expediente ayuda a entender el alcance del error. En 1998, un jurado declaró culpable a Hooper y un juez le impuso tres cadenas perpetuas concurrentes. Dos cargos fueron anulados en 2020; el último cayó ahora.

La acusación había descansado, sobre todo, en testimonios de informantes y en la declaración de la testigo estrella, pese a que sus huellas aparecieron en la cinta adhesiva con la que se asfixió a Prazniak y a que no había evidencia forense que vinculara directamente a Hooper con la muerte. Con la exoneración, la policía de Minneapolis reabre la investigación, señala AP News.

El caso también desnuda prácticas conocidas en condenas erróneas: dependencia de informantes carcelarios, presiones para cerrar rápido y “visión de túnel” en la pesquisa.

La propia oficina de Moriarty pidió perdón a la familia de Hooper y defendió el trabajo de su Unidad de Integridad de Condenas, que revisó el expediente a la luz de la confesión. En los pasillos del penal, ya libre, Hooper dijo que ahora quiere recuperar tiempo con sus hijos y que el sistema “debe ser mucho más cuidadoso” al aceptar testimonios de informantes. Podría además acogerse a la ley de compensación estatal para víctimas de condenas injustas.

Courtesy of the Great North Innocence Project, Hennepin County Attorney’s Office

La historia, en suma, es la de un giro que tardó casi tres décadas: un fallo que se desploma cuando la testigo que lo sostenía reconoce que fue ella quien mató a Prazniak y escondió el cuerpo en un armario.

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