La economía cubana atraviesa una etapa crítica en la que las medidas implementadas por el Gobierno, a través de su denominado «paquetazo», no han logrado generar la confianza de la población ni resolver las distorsiones que afectan al país. Este «plan para corregir distorsiones y reimpulsar la economía», que según el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, está en marcha, avanza con una lentitud que desespera a los cubanos, quienes siguen sin ver mejoras palpables en su calidad de vida.
Uno de los puntos más destacados por las autoridades es la reducción del déficit presupuestario, que se sitúa en 32.125 millones de pesos, una cifra inferior a la planificada. Aunque el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, lo considera un «resultado contundente», admite que este logro no ha tenido un impacto directo en la economía familiar. La población, agobiada por la inflación, la falta de combustible, y la escasez de productos básicos, no percibe que estas correcciones presupuestarias mejoren su situación diaria.
Miguel Díaz-Canel, por su parte, señala que aunque algunos indicadores macroeconómicos han mostrado avances, la economía familiar continúa rezagada. Reconoce que el control de la inflación y la tasa de cambio del peso cubano sigue siendo un desafío. No obstante, la política de austeridad aplicada por el Gobierno, que busca reducir el déficit fiscal a costa de una compresión del gasto público, ha provocado una contracción económica que impacta negativamente tanto a los hogares como al sector privado.
La cruzada contra el sector privado
Una de las acciones más controversiales del Gobierno en su intento por controlar las distorsiones de la economía ha sido la ofensiva contra el sector no estatal. En los meses de julio y agosto, se llevaron a cabo más de 222.300 inspecciones a negocios privados, lo que resultó en 137.391 multas por un valor superior a 348 millones de pesos. Estas medidas, lejos de reimpulsar la economía, han generado mayor descontento entre los emprendedores y trabajadores privados, quienes consideran que el Gobierno no solo no los apoya, sino que obstaculiza su desarrollo.
Las autoridades justifican estas acciones como un intento de «ordenar» la economía y combatir la evasión fiscal, pero para muchos cubanos, estas inspecciones y sanciones solo refuerzan la percepción de que el Gobierno está más enfocado en mantener el control que en fomentar el crecimiento económico.
Los cubanos desconfían en el modelo socialista
Paralelamente, estudios recientes como los realizados por el proyecto Cubadata revelan un creciente descontento con el modelo socialista imperante en Cuba. Según las encuestas, el 50,4% de los cubanos cree que es necesario abandonar el modelo socialista, y el 56,5% desconfía de que el Partido Comunista de Cuba (PCC) pueda responder a las necesidades del pueblo. Esta falta de confianza no es sorprendente en un contexto donde las políticas gubernamentales parecen cada vez más alejadas de la realidad de los ciudadanos.
Además, la percepción sobre la justicia en el país es igualmente desalentadora. El 49,1% de los encuestados no confía en la justeza de las leyes, y el 49,9% desconfía del sistema judicial. Estos datos reflejan una crisis de legitimidad que afecta profundamente al sistema político y económico de la isla.
A pesar de los intentos del Gobierno por corregir las distorsiones de la economía, la realidad es que la mayoría de los cubanos sigue enfrentando una situación desesperada. El control de los gastos públicos y la política de austeridad no han logrado revertir el deterioro económico, y las medidas contra el sector privado solo han agravado el descontento popular.
En este contexto, el modelo socialista cubano, que ha dominado la isla durante más de seis décadas, parece estar perdiendo cada vez más el respaldo de la población. La falta de soluciones claras y efectivas por parte del Gobierno solo aumenta la incertidumbre sobre el futuro económico de Cuba. Los cubanos no confían ni en el paquetazo ni en el socialismo, y cada vez más voces dentro de la isla claman por un cambio de rumbo.
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